Conversaciones sobre contenidos: el caso de Coca-Cola

Después de la acogida del caso de Moritz, mantuve el reto de ir entrevistando a profesionales de los contenidos y contacté con varias empresas para hacerles la misma propuesta. Lamentablemente, parece que eso de contestar preguntas solo funciona cuando ellos quieren porque ninguna estaba dispuesta a atenderme. Hasta que entablé conversaciones con Coca-Cola.

Rocío tuvo la amabilidad de dedicarme su tiempo y el resultado es un nuevo ebook de libre descarga sobre cómo entienden y trabajan internamente los contenidos en Coca-Cola.

Esta colección de ebooks es uno de los contenidos que distribuyo en primicia para mis suscriptores.

[Contenidos] Cómo auditar el marketing de contenidos de tu competencia

Sé por experiencia que a nadie le gusta la palabra auditoria, ni a alumnos ni a clientes, pero es lo que es: una auditoria permite revisar los contenidos en busca de los contenidos que sirven y los que no. Cuando se hace internamente, contar con datos estadísticos es muy útil. Si no, solo se puede recurrir a la información pública.

Hay diversas formas de hacerla pero la más sencilla es simplemente consumir el contenido con espíritu crítico. Esto significa, por ejemplo:

  • Web: navegar entre páginas y secciones para saber cuál es la prioritaria dentro del mapa web. Si hay un producto estrella, tratar de averiguar por qué ése y no otro.
  • Blog: mirar las categorías, etiquetas y no solo leer un post, si no revisar los suficientes como para descubrir la línea editorial de la empresa y detectar cuáles han sido los más compartidos, quién los ha escrito y cuándo.
  • Twitter: fijarse en los favoritos y listas que tiene, a quién sigue/le siguen, los hashtags que utiliza y las respuestas que da. Además, leer unos cuantos para saber cuánta promo se hace o si comparte siempre de las mismas fuentes.
  • Facebook: repasar su cronología a ver qué tipo de fotografías comparte, las promociones que haya podido hacer, si hace demasiada promoción y si puedes cotillear un poco entre sus fans aún mejor.

Y así con todos los canales que pueda tener la empresa: piensa en qué cambiarías, qué no habrías hecho, qué parece funcionar… Espíritu crítico y constructivo.

Un inventario más cuantitativo nos daría números: tantos posts al mes, tantos tuits con engagement a la semana, tantas personas que hablan en Facebook… con una auditoria podemos tratar de descifrar la estrategia a la inversa: sus objetivos comerciales, sus temas de conversación en las redes sociales, su dedicación en cuanto a contenidos… así podrás saber si realmente hace marketing de contenidos o simplemente publica contenidos.

Yo recomiendo hacer esta revisión de contenidos con cierta regularidad, sobre todo si hay mucho volumen de contenidos o muchas personas implicadas en su creación.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 235 (9 de febrero de 2015).

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Cine
El cine pasa por su peor momento, lo dice Dustin Hoffman pero es algo evidente cuando miras la cartelera del cine que tienes delante y no se te ocurre ninguna otra excusa para entrar que disfrutar del aire acondicionado. Basado en hecho reales, lamentablemente. Claro que Hoffman lo decía por los papeles para actores de cierta edad, pero para este debate es lo mismo: querer ver una película y no encontrar ninguna es como entrar en una librería y salir sin comprar un libro: ¿es culpa de los autores, de las editoriales o de las librerías? ¿Es culpa de la industria del cine, de los guionistas, de las salas…?

Televisión
Quien pasa por un buen momento es la televisión a la carta o al menos lo parece. Poder elegir qué ver, cuándo y dónde era imposible hace años. Durante mis años de carrera, medio claustro hubiese enloquecido de haberlo propuesto. Pero casi parece ya inevitable y por eso me gustaría asomarme y pasar por alguna de las asignaturas que teníamos para ver si se han actualizado. ¿Cómo explicarán la historia de la televisión? ¿Llegarán a los líos provocados por las fusiones y por las concesiones? Me imagino también los temas de los trabajos de los alumnos y, bueno, prefiero cambiar de tema.

Internet
Hace unos años, decíamos que La Red Social, con mayúsculas, era Facebook. Como si el resto no existiese. Ha pasado el tiempo y, en algunos aspectos, quizá otras le han pasado por delante. Pero sigue estando ahí, a la cabeza. Tanto es así que la frase ha mutado a algo aún peor: Facebook es la Red. Toda, no solo la social, to-da. Me cuesta verla así pero en algunos países es lo que cree la mayoría. Aún hay una parte de la población que no quiere tener perfil y que ‘se está quitando’… pero no de toda la Red, solo de la parte pública de sus perfiles.

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No sé si es por la voz del jingle o por las imágenes, pero el anuncio de Borges me parece de otra época… concretamente, de la misma de donde salen las campañas de Casa Tarradellas. Igual son imaginaciones mías pero me parecería creíble que, en lugar de aceite y vinagre, los dos protagonistas del spot acabasen comiéndose pizza y fuet. No es que sea una mala noticia para las respectivas marcas, sin duda han sabido transmitir una sensación. El problema quizá es que las dos compartan esa sensación.

[Contenidos] Sin canal propio, ¿se puede hacer marketing de contenidos?

Hoy quisiera hablarte de los canales, medios o plataformas que necesitas para hacer marketing de contenidos. Esta pregunta me la formuló una suscriptora y suelo tener comentarios parecidos cuando vemos en clase que herramientas como MailChimp piden que pongas una web corporativa durante el registro.

Las preguntas son parecidas a: ¿no puedo enviar una newsletter si no tengo web? ¿Necesito un blog para hacer marketing de contenidos? O una que ya se ha convertido también en clásica: no me gusta Twitter/Facebook, ¿por qué tengo que utilizarla?

Si volvemos a la base de toda comunicación, todo mensaje necesita un canal para llegar al receptor. Ahora bien, ese medio de comunicación puede ser propio o de terceros, gratuito o de pago, online u offline. Hay de todo tipo y para todos los gustos.

Visto así, se puede enviar una newsletter para llevar visitas a una tienda física que no tenga web, sí. Se puede hacer una revista en papel para llevar tráfico a una web, también. Se puede hacer marketing de contenidos sin tener blog, pues claro que sí.

Pero, la cuestión no es si se puede o no porque en el mundo online todo es posible. Lo que de verdad deberían plantearse las personas con estas dudas es si llegarían a distribuir el contenido generado de forma que llegase a alcanzar al perfil deseado. Tan sencillo como hacerse la pregunta realmente importante: sin web/blog/newsletter/redes sociales, ¿mi cliente potencial me llegará a conocer y valorar como opción de compra?

Algunos contestarán que sí, otros que no. No todos los negocios son iguales. Pongamos un ejemplo: de quién te fías más, ¿de una gestoría (por decir algo) que tiene una página web o de una que no tiene y que ha puesto una cuenta de GMail en el cartel de la ventana de su oficina? Depende porque tampoco todos los usuarios son iguales.

¿Un cliente potencial de tu negocio busca información en Internet para decidir su compra y tú no tienes una web o algún canal propio donde explicarle qué haces? Mala idea porque, aunque no seas una tienda online, una plataforma propia te ayuda a decir la tuya, con tus palabras. Pero si ese usuario se documenta en prensa, quizá te conviene invertir más en unas buenas RRPP.

La elección del canal de distribución depende de dónde se encuentre tu cliente potencial. Tampoco importa mucho si a ti te gusta más Facebook o Twitter: importa qué le gusta a tu usuario. Tendrás que hacer un esfuerzo por al menos intentar que entre en tu rutina y planificación.

Una opción fácil para empezar es utilizar los canales personales para investigar, tomar confianza y después abrir los corporativos. No es obligatorio, vale, pero ayuda a acercarnos a ellos y de eso se trata cuando hablamos de marketing de contenidos: de ganar la confianza de nuestra audiencia.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 234 (2 de febrero de 2015).

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Televisión
Hay capítulos que se hacen cortos y otros largos, aunque duren los habituales 40-45 minutos. De los ‘cortos’ no digo nada porque acaban siendo pequeñas joyas. Pero de los ‘largos’ empiezo a cansarme. Cada guionista tiene sus trucos para alargar la trama y cubrir el tiempo mínimo del capítulo. La sensación desde el otro lado del sofá es que el guión no avanza, no engancha. Un ejemplo clarísimo son los finales de escena: después de un intercambio de miradas que en el guión deben describir como ‘pensando’, ‘dudando’ o hasta ‘dando pena’, ponen varios planos recurso de la ciudad en la que tiene lugar la serie. Con tanta transición y miradas me sobra tiempo para pensar si merece la pena seguir viendo la serie.

Internet
Siguiendo un poco la línea tratada la semana pasada, hoy este apartado trata de las marcas que hacían girar la economía de la WWW hace 20 años comparadas con las de hoy en día. Con la manzanita hemos topado pero también con la venta online y las redes sociales, claro. Ver que el último del top15 actual es superior a la suma de todo el top15 de 1995 da para reflexionar hasta qué punto la tecnología se ha metido en nuestros mercados. También podría pensarse en los motivos por los que algunos han desaparecido de la lista o la ubicación de estas empresas. Y es que, sin un contexto claro, es difícil que estos datos tengan todo el sentido que merecen. Una tabla aislada no es suficiente.

Cine
Sueños, deseos y emociones van de la mano en el cine. Y los sentimientos son una pieza más dentro del engranaje de esa fábrica. Todas las películas incluyen de forma más o menos evidente uno de esos ingredientes. La ‘imagen’ que publican en Blog de Cine trata de eso precisamente: cómo todas las películas de Pixar girar alrededor de los sentimientos hasta llegar a la última que se pregunta qué pasaría si los sentimientos tuviesen sentimientos. ¿Metasentimientos? ¿Por qué no? Todo es posible en el género de la animación (y en la ficción en general), ahí está la magia. No es como cuando veíamos «Érase una vez el cuerpo humano» y así comprendimos mejor cómo funcionamos por dentro: explicar los sentimientos no es una ciencia, es un arte (en este caso, cinematográfico).

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Hace unos días leí en La criatura creativa sobre una proyecciones en la mesa para entretener a los comensales mientras esperan la comida. Y justo ayer en «MasterChef» aparece el restaurante más caro del mundo que, no solo utiliza la mesa, llena las paredes y el techo de imágenes para una experiencia culinaria. La palabra clave aquí es ‘experiencia’ y, ésta en concreto, tiene ese punto futurista que tanto gusta. ¿Y la parte publicitaria? Puede existir, hasta cierto punto. No digo poner en esa mesa, por ejemplo, un bote de alguna marca. ¡Eso sería vulgar! Pienso en las posibilidades narrativas a explotar en una mesa llena de ingredientes y marcas interactuando con los comensales.

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