Quizá sea por la falta de traducción o de profesionalización, pero hacer content curation todavía suena a algo nuevo. No lo es ni mucho menos, aunque lo parece para quienes escuchan por primera vez que eso que hacen tiene nombre. Muchas personas son curators sin saberlo: ni tú porque no lo hacen de forma pública y ni ellas porque no tienen una metodología clara.
Existen muchas formas de hacer content curation, diría que tantas como curators. Más o menos, todos seguimos la misma idea de dar sentido a la realidad, compartiendo solo aquello que creemos es interesante. Pero cada cual tiene su criterio para elegir cómo hacerlo. Por ejemplo, siguiendo las etapas más básicas:
- Recopilar: ¿qué palabras clave se usan para encontrar contenidos? ¿Y en qué idioma están las fuentes? ¿Qué herramientas se usan y cómo? ¿Con qué frecuencia se hace la búsqueda?
- Filtrar: ¿qué nivel se tiene sobre el tema? ¿Y la audiencia? ¿Qué filtro hace la herramienta y cuál el curator?
- Compartir: ¿cuánto se queda en privado? ¿Se añade algún contexto al contarlo? ¿Se da a conocer internamente? Si es en público, ¿en qué canal?
Son muchas cuestiones las que definen una estrategia de content curation y varias despiertan más dudas. Entonces, ¿se puede hacer content curation sin herramientas? Difícil. ¿Y si no filtro nada se puede seguir considerando curation? Sí, porque la agregación es un tipo de curación. Pero, ¿sigue siendo curation si no lo comparto con nadie? Pues sí, porque lo más seguro es que, aunque empiece como algo que haces para ti, ese conocimiento se refleje externamente tarde o temprano.
Todas las respuestas afectan al resultado y son decisiones de quien hace la curación. Por eso, como audiencia, decidimos seguir un perfil u otro, porque todos somos diferentes y la mezcla que nos aporta valor es tan única como el curator que la prepara.