[Contenidos] Externalizar sin perder la voz de la marca

Reconocer a una marca sin fijarse en su identidad visual es posible, aunque difícil si no ha desarrollado una identidad verbal. Entran en juego también la coherencia y la consistencia, es decir, ser fiel a lo que representa la marca a lo largo del tiempo. Así que algo puede sonarnos a alguien por lo que dice y cómo lo dice, pero, si un día cambia, se instala la duda y dejamos de percibir igual a esa marca (léase que lo hacen los fans, al resto del mundo seguramente le da bastante igual).

Quizá el cambio es deseado porque se quiere reenfocar la marca, pero un miedo habitual de las empresas es que se produzca porque se externaliza alguna tarea relacionada con los contenidos. Esta es una conversación que he oído más de una vez:

  • X: «¿Qué te parece si cambiamos de agencia? Hay algunas cosas que no me convencen de su forma de trabajar»
  • Y: «No, mejor no cambiar que ya nos tiene pillado el tono y vete a saber cómo lo haría otra agencia»

¿Te suena? Seguro que sí: es aquello de «más vale malo conocido que bueno por conocer» adaptado al mundillo de las agencias. Es totalmente cierto que a fuerza de trabajar con una marca es mucho más fácil crearle contenidos porque llega un momento en que se ha interiorizado su identidad, sobre todo si los encargos son frecuentes. Pero también lo es que una nueva podría hacerlo igual de bien si se le diese la herramienta para hacerlo: una guía de estilo.

Si hay un documento que traza las líneas maestras de cómo han de hacerse (o no) los diseños y los copys, ¿dónde está el miedo a que lo haga otra persona? El problema es que no existe la guía de estilo para la identidad verbal porque solo cubre la visual. Grave error. Así, todo el peso de los contenidos se queda dentro de la empresa y no se puede permitir externalizar.

Por ejemplo: la tipografía corporativa es X, la agencia actual ya lo sabe porque lleva tiempo usándola, pero la nueva lo sabrá si se lo dices y se la das. Es lo básico para ajustar la voz, lo mismo que el logo o cualquier rasgo de identidad visual. Ahora bien, el tono hay que afinarlo y quizá cuesta un poco más si no das ejemplos de aplicaciones gráficas o de campañas previas, función que cumple perfectamente el briefing. ¡Y lo mismo ocurre con el texto!

Da igual si es porque llega una persona nueva al departamento, se contrata a alguien externo para agilizar alguna tarea o se busca una nueva agencia: tener una guía de estilo es la única forma de ser consistente. Dedicar un tiempo a crear este documento (o invertir en que te lo hagan) sirve para distribuir mejor los contenidos y asegurarte de que los hace el mejor equipo (y no tiene por qué ser el de siempre).

La guía de estilo es un pilar de los contenidos y por eso le dedico un capítulo entero en mi libro.

[Contenidos] Análisis del tono de voz de la competencia

Rebuscando citas para unos materiales docentes sobre storytelling, recuperé el libro de Anita Cufari «Storytelling y copywriting». Una parte que me gustó en su momento fue la de analizar la competencia porque muchas empresas se olvidan de hacerlo y es un error no mirar en qué posición nos encuentra la audiencia cuando nos compara con otras marcas del sector. Aprovecho que me he reencontrado con el texto para dejar algunos apuntes por aquí y de paso recomendar su lectura para hacer buen repaso de cómo contar la historia de tu empresa.

Cufari sugiere empezar haciéndose una serie de preguntas:

  • ¿Cómo es mi competencia?
  • ¿Cómo se expresa en los diferentes puntos de contacto?
  • ¿Qué me gusta y qué no de lo hacen?
  • ¿Qué puedo aprender de mi competencia?
  • ¿Qué hueco queda en mi segmento?
  • ¿Quién es mi audiencia y cómo se expresa?
  • ¿Dónde lo hace y qué palabras utiliza para referirse a mi producto o a otros similares?

Simplemente, hay que visitar una a una las páginas de la competencia e ir contestando a estas preguntas, tomando buena nota de las buenas prácticas que podríamos considerar para nuestros contenidos. Pero, además, se trata de «encontrar un diferencial en la forma de transmitir nuestro quiénes somos».

Para mostrarlo gráficamente, sitúa el tono de voz de tu competencia en el equivalente de una matriz de posicionamiento: en lugar usar los clásicos ejes de calidad/precio (o cualquier otro más oportuno para tu sector), utiliza referencias a sus contenidos. Por ejemplo: informativo/sensacionalista para el horizontal y divulgativo/activista para el vertical. De esta forma, podrás ver dónde está tu marca y si tienes algún hueco que te interesa ocupar.

Alguna de las dimensiones del tono de voz que propone Nielsen también serviría como eje:

  • Divertido/Serio
  • Casual/Formal
  • Irreverente/Respetuoso
  • Entusiasta/Realista

De hecho, una alternativa para utilizar estas dimensiones en la comparativa es situar en sus sliders los iconos de la competencia, en lugar de en una matriz (quedaría algo parecido a este gráfico, aunque sea de personalidad).

Sería como un resumen visual porque después ya se podría desgranar el análisis de cada empresa (algunos ejemplos).

Un último apunte: revisar qué hace el resto, como la auditoría, es una manera de empezar, pero debe acabar poniendo por escrito las decisiones tomadas en una Guía de estilo (este documento tiene un capítulo entero en «Pilares del contenido«).

[Contenidos] Formatos y herramientas para tu Guía de estilo

En el Estado de los contenidos 2019, el 35% afirmaba tener una Guía de estilo, el mismo porcentaje del año anterior. Este pilar del contenido está relacionado con la personalidad de la marca, su voz y tono y resulta muy útil para los que nos dedicamos a escribir (aunque los diseñadores también utilicen este nombre para sus documentos de referencia).

¿Cómo se hace una Guía de estilo? Hay varias opciones, depende de cuántas personas la vayan a utilizar.

Cinco formatos para tu Guía de estilo

La primera de mis recomendaciones para hacer una Guía de estilo es pensar en cómo será el documento. En el informe de Lucidpress «State of brand consistency» (descarga a cambio del correo), los datos apuntan a cinco formatos:

  • El 28% dice tener las directrices en PDF, lo más habitual.
  • El 21% las tienen en papel, es decir, imprimen las guías para consultarlas con todo lo que eso supone.
  • El 21% se conforma con transmitirlas oralmente, lo cual me parece que lleva fácilmente a que se distorsionen.
  • El 17% las consulta desde una web, lo que favorece tener siempre actualizadas las recomendaciones.
  • El 11% lo hace desde un gestor de documentos, diría que un punto intermedio entre PDF y web.

Cada uno tiene sus pros y contras, pero me quedo con la versión web para los que sean un equipo numeroso y la de PDF para los que sean pocas personas quienes la vayan a consultar.

¿Cuál es el formato de tu #guíadeestilo? La mayoría la tienen en PDF. Clic para tuitear

Herramientas para crear tu Guía de estilo

Hay montones de herramientas para contenidos (en mi directorio encontrarás casi 200 doblemente categorizadas), selecciono solo algunas de las que me parece se pueden aprovechar mejor para una Guía de estilo.

Guía de estilo en versión web

Opciones para crear una Guía de estilo web, de más complejas a más sencillas:

  • Un software de edición colaborativo tipo wiki es una buena opción cuando hay modificaciones constantes, aunque implica que todos tienen conocimientos técnicos para actualizarlo. El más conocido es MediaWiki, aunque hay otros en el mercado como DokuWiki.
  • Puede recurrirse a cualquier CMS como puede ser WordPress, aunque la mayoría de funcionalidades son innecesarias.
  • Una herramienta específicamente pensada para documentación de código puede orientarse a Guía de estilo, como puede ser Documentator, o incluso una plantilla de manual de identidad como la de Milanote puede incorporar algo más que la visual.
  • Servicios para crear webs sin saber código son el recurso más fácil para no recurrir a desarrollos específicos. Brandland de Zendesk es un buen ejemplo de libro de marca y de lo que puede hacerse con Webflow, aunque también pueden utilizarse opciones mucho más sencillas como Caard o Typehut.
Herramientas para crear tu #guíadeestilo en versión web. Clic para tuitear

Un punto intermedio entre la opción web (Guía editable) y la siguiente (sin posibilidad de actualizar) es un documento compartido en Drive o similar en donde se gestionen permisos y versiones, además de permitir guardar en PDF e imprimir.

Guía de estilo en versión PDF

Un archivo en PDF no se puede editar, por eso es la forma más fácil de crear y controlar una Guía de estilo. Esto es muy práctico cuando siempre la utilizan las mismas personas porque solo han de preocuparse de guardar en PDF el Word o PowerPoint que utilizan y, por ejemplo, enviarlo a alguien que colabora puntualmente.

Si se quiere ir un poco más allá: para que el PDF sea más visual, sirven las mismas herramientas con las que crear ebooks, como Beacon o Lucidpress, y, para leerlo con más estilo, se puede utilizar cualquiera para convertir el PDF a HTML5, como Flipsnack.

Cómo crear tu Guía de estilo

Todas estas opciones que acabamos son solo un forma de mostrar el contenido de la Guía de estilo, pero primero hay que pensarlo y consensuarlo. Tienes todas las indicaciones y recomendaciones en el tercer capítulo de mi libro «Pilares del contenido«.

[Contenidos] Una Guía de estilo es (solo) para redactores

Los documentos de referencia no abundan en las empresas, pero hay uno que puede encontrarse con más facilidad: la Guía de estilo.

  • Para los diseñadores, es el lugar en el que ir a buscar el color corporativo que ha de usarse en la web, por ejemplo. Debería llamarse Manual de identidad corporativa y se encarga de lo visual.
  • Para los redactores, es donde encontrar si está permitido el uso de la ironía para escribir posts de opinión, por ejemplo. Se le puede llamar también Manual de estilo y se preocupa de la identidad verbal.

El lugar en el que confluyen estos dos documentos es el libro de marca (brand book), junto con otras referencias para describirla en cualquiera de sus cuatro identidades. Después de la definición, vienen las guías (brand guidelines) o indicaciones de cómo usar la marca correctamente en varios contextos. Sería ideal que todas las marcas tuviesen ese documento maestro, pero nada realista porque lo que suele preocupar más es únicamente la identidad visual.

Podría decirse que los diseñadores hacen logos y «automáticamente» una guía de estilo, bien por ellos. En cambio, los redactores freelance escribimos sin ella la mayoría de las veces y, con suerte, somos capaces de identificar los rasgos principales para no desentonar. ¿Quizá la culpa es nuestra y deberíamos señalar este documento obligatorio en el briefing de redacción?

Una Guía de estilo es para saber cómo escribir: no hay que confudirla con un Manual de identidad corporativa. Clic para tuitear

En mi experiencia, la Guía de estilo es un recurso que facilita el trabajo de todos, tanto de quien hace el encargo como de quien lo lleva a cabo, sea externo o no, porque así todos saben cómo ha de ser el texto y resulta más sencillo escribirlo bien y ahorrarse revisiones. Por eso la he considerado un pilar del contenido, aunque reconozco que es casi imposible de encontrar en empresas pequeñas. En el último «Estado de los contenidos» correspondiente a 2019, el 35% decía tener una guía de estilo, pero diría que era más visual que verbal (por cierto, un 10% tenía el libro de marca).

Al índice de una guía de estilo, una solo para redactores y no para diseñadores, le he dedicado un capítulo de mi último libro. También en este post tienes algunas ideas.

Los redactores necesitamos una guía de estilo práctica, con ejemplos y sin complicaciones para encontrar respuesta a dudas concretas que surgen mientras enfocamos un texto y lo escribimos. Pueden ser un par de páginas o unas decenas, según el detalle al que se quiera llegar. Yo suelo recomendar empezar por lo más básico e ir añadiéndole profundidad a medida que surgen las diferentes situaciones en las que hace falta su consulta.

Si vas a hacer la tuya, sigue estas recomendaciones:

[Contenidos] Planificación y prioridades: diferenciación, conexión y venta

Hay varias maneras de orientar una estrategia de contenidos si nos fijamos en el enfoque de los objetivos, por ejemplo:

Si los contenidos nos diferencian de los demás, crean relaciones con la audiencia y venden nuestra marca o productos, surge la pregunta clave: ¿cómo se combinan todos los objetivos en un único plan de contenidos? Respuesta: estableciendo prioridades. Obviamente, cada empresa vive diferentes situaciones. Es posible que vender sea lo que más pese porque el negocio depende de ello, pero está muy relacionado con los otros dos objetivos. He comprobado que poniendo recursos en ellos, se pueden conseguir ventas.

Si tú también lo crees así, tu plan tendrá más o menos las siguientes prioridades.

Prioridad alta: diferenciación

Dejando de lado la identidad visual o la publicidad como vías para destacar o acercar el mensaje a la audiencia, el texto es el vehículo para expresar nuestra personalidad. Así es cómo nos diferenciamos de otras marcas: no hace falta gritar ni ir a contracorriente, basta con tener claro quiénes somos y aquello en lo que creemos para expresarlo sin miedo. Cuando esté definido, hay que ponerlo por escrito en una Guía de estilo: es uno de los pilares del contenido.

Contenidos para diferenciarte: nada de stock, piezas únicas, mensajes que inspiran y encajan contigo (y nadie más).

Prioridad media: conexión

Ya lo sabes (o deberías por las veces que lo he repetido): has de conocer bien a la audiencia si quieres crear buenos contenidos. Así podrás crear vínculos porque sabrás qué le interesa tanto como a ti. Sin saber nada (o muy poco) de a quién te diriges, estarás haciendo un monólogo. Elige los temas con empatía y redacta dejando clara tu personalidad.

Contenidos para conectar: enfócate 100% al marketing de contenidos, es decir, una buena mezcla de contenidos informativos y educativos.

Prioridad baja: ventas

Vender, todo el mundo quiere vender (así empiezo «Vender más con marketing digital«). Pero no todo el mundo quiere comprar, por eso hacer un plan de contenidos enfocándose solo en ventas es arriesgarse a que el cliente ideal se aleje. En cambio, con la diferenciación puede acercarse y con la conexión puede quedarse y, después, será más fácil propiciar la venta.

Contenidos para vender: puedes recurrir a las típicas promociones, pero ten en cuenta que el contenido vendedor está presente en todo el camino que hace el usuario hasta convertirse en cliente.

¿Qué criterio sigues para establecer las prioridades de tu plan de contenidos? Clic para tuitear

Plan de contenidos con prioridades

Las prioridades dictan los porcentajes: por ejemplo, alta puede ser el 60%, media el 30% y baja el 10%. O el recurrente 70-20-10 si es muy alta, medio baja y baja. Tú decides porque irán variando según pase el tiempo y cambien tus necesidades.

En mi libro «Plan de contenidos» tienes todos los detalles para rellenar esta plantilla y crear el tuyo propio, incluyendo la columna de «Objetivo» donde podrás añadir alguno de los que acabamos de ver (mejor que dejarla en blanco). Y, si quieres marcar visualmente las prioridades, puedes colorear las filas.

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