El subtítulo de este post podría ser perfectamente «Misión imposible» porque o tienes muy claro cuál comprar o puedes dejarte la nariz en el intento de escoger el perfume que va contigo.
Y, si es un regalo, la cosa puede complicarse aún más porque o conoces muy bien los gustos de la otra persona (léase su olor habitual) o ese frasco que ha dejado frita tu tarjeta de crédito se quedará en una estantería adornando el baño. Y es que, normalmente, las botellitas son preciosas aunque eso no significa que su contenido no destroce el sentido del olfato de cualquiera.
Este post (hasta ahora reconozco que totalmente falto de tema publicitario pero ya cambiará) está basado en hechos reales: me encuentro en el dilema oloroso de tener que cambiar de perfume. Por lo visto mi consumo no ha sido suficiente para que siga elaborándose (¿puede fabricarse un aroma?) el que llevaba usando hasta ahora así que debo encontrar un substituto a la altura (de mis narices).
Estas fechas son temporada alta en las perfumerías y las marcas están gastando casi todo su presupuesto. Por una vez soy claramente el target: necesito un perfume y no sé cuál comprar así que he hecho el ejercicio de ver cómo intentan captar mi atención.