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Cine
Encontrar dinero en un bolsillo o recordar con alguien historias del pasado, cosas que claramente hacen ilusión. ¿Que alguien encuentre algo que no quieres recordar? No, ilusión no sería la palabra adecuada. Siempre que se encuentran latas de películas me pregunto por las personas que durante este tiempo se han alegrado de que estuviesen desaparecidas. O por si encontrarlas estamos más cerca de la persona o nos hace cambiar nuestra imagen de ella. Estos días se han encontrado varias películas, nada menos que de Orson Welles y de Jerry Lewis. El primero la dio por perdida en un incendio, el segundo creyó que era mejor que se perdiese. ¿Cambia en algo la historia del cine? No, pero resulta igual de curioso que ver las tomas eliminadas de algunos DVD.

Internet
Llegar a los niveles de Google es impensable para la mayoría de los mortales. ¿Quién pierde 400.000 euros por tener la web caída durante entre 1 y 5 minutos? Google. ¿Quién provoca un descenso del 40% del tráfico de todo el mundo por esos minutos fuera de servicio? Google. Le pasó la semana pasada y, previsores ellos, es una de las empresas que puede presumir de estar activa algo así como el 99,99% del año. Las comparaciones son odiosas pero no está de más pensar en cómo afectaría a nuestro negocio si no tuviésemos presencia online durante unos minutos, un día o una semana. Para empresas como Google que dependen de la venta online podría ser un problemón. Por eso depender solo de un canal es un error.

Televisión
Tres clicks después (de mi Feedly para entrar a Meneame, de ahí a Vertele y de ahí ya a Terra), llego a algunas mentiras que cuenta la tele. La mitad son de publicidad así que las comentaré en el siguiente párrafo pero las que afectan a televisión son de esas que aupa. La última del post es precisamente la que más me molesta personalmente: el horario de protección infantil. ¿Alguien se lo cree? Está al mismo nivel que las edades recomendadas para series. No, a mi la mitad no me cuadra. Pero por eso no hay pensar que la tele es una niñera, es imprescindible verla con alguien que tenga criterio y que sea capaz de explicar o cambiar el canal si hace falta para que el niño no haga algunas preguntas lejos de su edad.

Publicidad
El post al que hago referencia en el párrafo anterior mezcla televisión y publicidad como si fuese lo mismo. Error. Pero, aunque sí que los anuncios que pone de ejemplo son poco creíbles, utiliza una frase pelín desafortunada: «el concepto de publicidad en sí mismo se basa en engañar al consumidor». Ouchhh. Diría yo que eso solo aplica a la publicidad engañosa, no a toda la publicidad que se hace. Es cierto que alguna resulta poco creíble, pero generalizar me parece engañoso. Sí, puede que no nos creamos que la carretera por la que va el coche esté tan vacía o que la suciedad se vaya sin frotar. Pero son situaciones idealizadas que tomamos como posibilidades, cosas que nos gustaría que fuesen así. Eso sí lo tiene la publicidad, vende proyecciones de lo que podríamos ser.

[Contenidos] Error habitual en una estrategia de contenidos: no pensar en el usuario

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Está demostrado que a algunas personas les cuesta encontrar algo sobre lo que escribir. Si eres una de ellas, sigue leyendo; si sabes qué escribir de manera continuada, es que piensas en las personas que te leen. Ésa es la clave para tener siempre a mano una idea interesante para tus medios corporativos: recordar que no escribes para ti, sino para tu audiencia.

Si a la hora de diseñar una estrategia de contenidos no te pones en la piel de tu audiencia estás cometiendo una equivocación típica de antes de decidirte a ser social: la empresa está tan centrada en su monólogo corporativo que se olvida de que lo que publica no es un documento interno, sino algo que ha de aportar valor a quien lo lee.

La información ha de ser relevante tanto para quien la genera como para quien la consume. No tiene sentido perder el tiempo creando un contenido que no va a interesar al usuario igual que tampoco lo tiene si como resultado la empresa no consigue nada: todos los implicados han de ganar algo.

Con esto en mente, para encontrar lo que es interesante para tu usuario, acercarte a él poniendo un poco de distancia entre tu empresa y tú. Pregunta si es necesario a alguien de perfil similar o a una tercera persona algo tan genérico como ‘si te digo pon-aquí-tu-sector, ¿en qué piensas?’. Su respuesta te devolverá a lo básico, a la esencia de cómo se os ve a ti y a tu sector desde fuera. Y no te exasperes, a veces lo evidente te puede llevar a ideas más desarrolladas de lo que parecen a primera vista si sabes tirar del hilo convenientemente.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 83 (12 de marzo de 2012). Suscríbete gratuitamente para recibir un nuevo artículo exclusivo cada lunes.

3 años de mi newsletter sobre contenidos

3 años hace ya que envié mi primera newsletter. ¡Cómo pasa el tiempo de rápido! Desde aquel 16 de agosto de 2010 o, mejor, desde el último año, han pasado muchas cosas: he publicado el primer libro en español sobre marketing de contenidos, he experimentado con el contenido de pago, he lanzado mi propia plataforma de cursos online… por no hablar de los proyectos en los que he participado.

Pero mi newsletter lleva casi 160 números de unas 600 palabras cada uno y ni una sola semana la he dejado de enviar, incluso la dejo programada cuando me voy de vacaciones. Empiezo la semana reflexionando sobre algo muy concreto relacionado con los contenidos. La escribo los domingos para que llegue a primera hora del lunes y así también los suscriptores dediquen un ratito a pensar sobre ello, antes de enfrentarse a la semana.

Me consta que hay quien lo hace porque algunos han acabado convirtiéndose en habituales que responden e interactúan con cada envío. Me alegra cuando pasa porque siento que en cada número pongo algo de mí, como en todo lo que escribo, y que he conseguido transmitirlo bien. O, como dice Ann Handley, he conseguido que mis lectores agradezcan mi contenido.

Las estadísticas me acompañan algunas veces más que otras, pero las comparto como es habitual:

Me gustaría que quede clara la diferencia entre la newsletter y este blog (para suscribirse al blog, mejor el RSS o mis canales sociales). Creo que ofrezco contenidos lo suficientemente separados como para que se vea así y, de cara al futuro aniversario del blog, cambiaré la plantilla para que sea aún más evidente. De momento, todo sigue igual: los contenidos de los lunes son exclusivos para suscriptores porque la newsletter también es un espacio de cierta autopromo con algún descuento en mis cursos online.

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Cine
Me entero por JLOri que Honda ha puesto en marcha un proyecto para salvar los autocines de los EEUU. El vídeo es de lo más motivador, aunque oír que los autocines son tan americanos como el beisbol y los hotdogs me choca un poco. Trato de imaginarme qué marca querría hacer algún tipo de acción aquí para los cine. A Coca-Cola le ha dado ahora por los #benditosbares aunque antes fueron las salas de cine. Éstos también pueden desaparecer aquí por el mismo problema, no hace falta irse a los USA. Pero me alegra que sean los mismos cines los que busquen la alternativa de financiación que les ayude a estar abiertos. Si esperasen a una marca igual cerraban.

Publicidad
Hace poco recordaba cuando se ponía en letra pequeña aquello de ‘Más de 5.000 pesetas’ cuando ahora lo más normal es ‘Ficción publicitaria’. Momento nostálgico, sí, por las pesetas tanto por cuando ese dinero parecía un montón pero, ojo, justificado porque el juguete parecía ultramoderno (aunque no funcionaba porque las pilas no estaban incluidas). Así que ver la campaña de Coca-Cola www.jugueteslimonynada.com me parece muy oportuna. Tanto por el momento en que vivimos por lo que es su marca, limón y nada más (ya me gustó el nombre hace 6 años). Así que volvamos a cuando con un palo, una piedra o una caja podíamos pasar horas jugando sin nada más.

Televisión
Es interesante el repaso que está dando Vaya tele a la historia de España según la explican en las series nacionales. Me resulta curioso porque, sigo con la nostagia, recuerdo cuando aquello de educar era algo que realmente hacía la televisión. Los concursos tenían enciclopedias sobre la mesa para encontrar la respuesta, no había comodín de la llamada para que al que llaman le diese tiempo de buscar en Internet. Las series explicaban la historia. No solo estaban ambientadas en ella, también te las podías creer como algo que pasó realmente y no solo existía en la mente del guionista. Ahora dudo de todo, tanto que ni las miro porque no logro separar lo que es historia y lo que es una historia.

Internet
Últimamente he hablado de mis feeds por culpa de la desaparición de GReader y también de los minutos que tardamos en cansarnos de una serie. Así que se me ha ocurrido mezclar las dos cosas para aprovechar mejor el tiempo que dedico a leer. De esta manera, en lugar de perder el tiempo marcando como leídos posts que no me interesan, lo usaré para leer lo que sí. ¿Cómo lo he hecho? Tan sencillo como estando varios días sin entrar a Feedly, dejando que se acumulen posts. Pasado este tiempo, he entrado y me he ido dando de baja de aquellos feeds que no me apetecía leer pero también de los que ya había leído la mitad vía Twitter. De esta manera, casi los he reducido en una tercera parte.

[Contenidos] Contenido que caduca y contenido atemporal

Si piensas en contenido para medios sociales, la rapidez de consumo hace que tengas la sensación de que todo caduca antes. Imagina un tuit o una actualización en Facebook, ¿cuánto crees que tardan en desaparecer de la vista de un seguidor o fan? ¿Aguantan una semana? Solo si has conseguido algún RT o ‘Me gusta’. Sin eso, el contenido para redes sociales prácticamente desaparece el mismo día que se publica.

Una ventaja del contenido es que su vida se alarga gracias a los buscadores y las recomendaciones. Piensa ahora en un blog, algo un poco más extenso y más fácil de encontrar en Google. ¿Cuánto crees que dura? Un post tiene una esperanza de vida mayor que otro tipo de contenido social, pero no porque le quitemos la fecha (algo, por cierto, que hace desconfiar del autor), sino porque el contenido estará disponible para ser encontrado años después de que lo publiquemos.

Y cuando el usuario llegue a ese post publicado hace seis meses, ¿todavía le servirá o cerrará la página para encontrar otro resultado más actual? Esa es la pregunta clave que debemos hacernos al elegir un tema sobre el que escribir. Podemos usar ejemplos para ilustrar, pero éstos quedarán obsoletos tarde o temprano: mejor enfocar el post hacia la moraleja, el aprendizaje que puede llevarse a casa el lector y que le servirá más adelante.

Aún es más atemporal hablar de ebooks o white papers. Este tipo de contenido está obligado a durar más que ningún otro. Si lo distribuyes a cambio del email, has de asegurarte de que pasado medio año o un año todavía tendrá sentido que alguien se lo descargue. Eso pensando en el usuario, pero también en el coste de producirlo: cuanto más atemporal es un contenido, más coste de producción tiene.

A la hora de programar tu calendario editorial, la mejor opción es combinar contenidos atemporales con los de actualidad para día a día seguir atrayendo a usuarios interesados en la última novedad que después se queden porque les ofreces artículos de fondo interesantes para ellos.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 82 (5 de marzo de 2012).

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