Encuesta: ¿Quién debe redactar los contenidos corporativos?

Hace ya tiempo que me ronda esta encuesta, concretamente desde que me invitaron a escribir un capítulo sobre contenidos en un libro dedicado Community Managers: ¿es este perfil el encargado de redactar los textos corporativos?

Mi postura es clara y es que, como en todo lo que rodea el marketing y más aún los medios sociales, depende del tamaño de la empresa. En un mundo ideal, sin duda que no pero parece que este perfil va a acabar absorbiendo al resto y las líneas de separación entre cargos se desdibujan. Cuanto más grande sea la empresa, más especialización; cuanto más pequeña, más concentración de tareas.

Y tú, ¿qué opinas? Participa con cinco clicks en la siguiente encuesta.

Actualización 19 de julio: ¡ya puedes consultar los resultados!

[Contenidos] Escribir pensando en quién lo leerá

Cada lunes republico un artículo de la newsletter semanal sobre marketing de contenidos que también envío cada lunes.

Cualquier texto corporativo que escribamos lo leerán dos tipos de personas: por un lado, las de la propia empresa, de cualquier departamento y de cualquier nivel jerárquico; por otro, las ajenas a la empresa que incluyen tanto clientes como potenciales clientes y, no hay que engañarse, también la competencia. A este segundo grupo es a quien debemos dirigir nuestras palabras y en quien debemos estar pensando al escribir.

Tenemos que ponernos en su piel, imaginar que somos ellos y contestar a dos preguntas básicas: ¿qué queremos saber y cómo queremos que nos lo digan? Las dos se complementan ya que aunque la primera es la que fácilmente contestará cualquiera, la segunda es la que nos permite adaptar el mensaje al público objetivo de nuestra web, blog o de cualquier contenido.

Enfoque, lenguaje y tono, en definitiva, el estilo de escritura deberá ser diferente según quién nos vaya a leer. No hay que caer en el error de dar por hecho que los usuarios de nuestra web tienen los mismos conocimientos, por ejemplo, que nuestro inmediato superior: lo que a éste le parecerá obvio, seguramente a los primeros les puede suponer la diferencia entre nosotros y la competencia.

La propia empresa conoce bien (o debería) sus productos o servicios, en qué aspectos destacan o cuáles son sus mejores argumentos de venta. Posiblemente también lo sepa la competencia (o debería) pero quienes no lo saben son los clientes que queremos atraer. Todavía.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 14 (15 de noviembre de 2010). ¿Quieres leer el resto?

[Contenidos] Vencer al aburrimiento

Cada lunes republico un artículo de la newsletter semanal sobre marketing de contenidos que también envío cada lunes.

Que si nuestro producto es incomparable con el de la competencia, que si nuestra empresa es la mejor del sector… escribir siempre sobre lo mismo puede llegar a ser muy aburrido. Llegados a ese punto en el que los mismos tópicos corporativos se repiten sin cesar, adentrarse en los medios sociales puede ser la solución para retener la inspiración del copy y seguir atrayendo usuarios.

Siempre que se haga con una estrategia meditada, escribir en un blog o en Twitter permite romper con el rutinario discurso empresarial, haciéndolo más cotidiano y alejado de las notas de prensa tradicionales. Esto motiva no solo a quien escribe los textos, también a los lectores que encuentran más alicientes a seguir las actualizaciones de la empresa.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 14 (15 de noviembre de 2010). ¿Quieres leer el resto?

[Contenidos] El abecedario del copywriting

Cuando alguien te quita o se adelanta a la hora de escribir un post, tienes varias opciones. Yo, tras rasgarme las vestiduras, me decanto con la idea de hacer un ‘de la A a la Z del contenido’ por traducir el de Copyblogger considerando, claro está, que la traducción no siempre mantendrá la inicial.

A de ccción (call to action)
B de brevedad
C de contenido
D de draft (borrador) aunque yo lo cambio por Dinero (ver M de money) o documentación
E de email (newsletters o boletines electrónicos)
F de free (gratis)
G de gramática (ver P)
H de headlines (en el sentido de titulares, no de títulos)
I de interés (parte de la conocida técnica AIDA)
J de jobs (trabajo)
K de keywords (palabras clave)
L de links (enlaces internos o externos)
M de money (dinero) aunque lo cambio por Marketing
N de notebook (libreta para apuntarlo todo)
O de openings (aperturas tipo sandwich como decíamos en la última newsletter)
P de punctuation (puntuación como la gramática, no se pueden descuidar)
Q de questions (preguntas o dudas que debemos resolver en nuestro texto)
R de RSS (ya no podemos vivir sin él)
S de scarcity (escasez)
T de testimoniales (el poder de la recomendación)
U de urgencia
V de voz
W de writing (escribir)
X de xxx (o los huecos que dejas en el texto en el primer borrador, yo uso ***)
Y de you (tú, quien lee tu copy)
Z de zing (o ese algo que le da chispa al texto)

Hay otras muchas palabras clave que se quedan fuera de este abecedario como creatividad o reputación. ¿Cuál crees que falta?

[Contenidos] Primer acercamiento a las call to action

Cada lunes republico un artículo de la newsletter semanal sobre marketing de contenidos que también envío cada lunes.

¿Cuál es el objetivo de una página? Y no solo del sitio web en general, sino de cada una de las páginas que lo componen. ¿Qué queremos conseguir con ella? ¿Qué debería hacer el usuario después? ¿Cuáles son los próximos pasos que queremos que haga? Únicamente conociendo esas respuestas se pueden crear llamadas a la acción efectivas.

La call to action más habitual tiene forma de botón, destaca en cuanto a color y diseño, parece clickable y para hacerla aún más evidente incluye alguna palabra inequívoca como «aquí» o «ahora» acompañando el imperativo «haz click» o cualquier sinónimo («regístrate», «descárgate», «compra»…).

Si el deseo de retener a los usuarios lleva a mostrar todos los caminos posibles, la prisa por conseguir resultados inmediatos puede provocar también la indecisión en el usuario si siente que le están obligando en lugar de ayudarle o guiarle. Los textos, igual que las palabras, han convencer a quien los lee, no imponer opiniones.

De la misma manera, tan grave es no incluir ninguna llamada a la acción como incluir demasiadas. Cuando el usuario no sabe qué camino ha de seguir acaba utilizando el botón «Volver» de su navegador o, en el mejor de los casos, el menú principal de navegación.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 13 (8 de noviembre de 2010). ¿Quieres leer el resto?

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