[Contenidos] Dos formas de repartir tus recursos en el plan

Sirva este avisto para aclarar que empiezo el post con una referencia cinematográfica, pero no va de escritores en el cine porque la película «60 segundos» está protagonizada por ladrones de coches.

Te refresco la memoria: Nicolas Cage es el hermano mayor que ha de robar 50 bugas para salvar a su hermano pequeño, Giovanni Ribisi. La estrategia de ambos para llevar a cabo tamaña hazaña es totalmente opuesta: el pequeño propone dosificar y hacerlo en los tres días que tienen de plazo, mientras que el mayor prefiere estudiar la situación y darlo todo en un único día. Se acaba haciendo lo que dice Cage porque, argumenta, así evitan poner en alerta a toda la pasma (y porque algún interés ha de tener la película).

Ahora que ya te han entrado ganas de (volver a) verla, te cuento qué tiene que ver con el plan de contenidos: cambia días por canales, coches por contenidos y son dos formas de repartir los recursos en tu plan de contenidos. Nótese que no cambia el volumen (50 piezas en la peli), solo la distribución de piezas y de esfuerzo.

Quien mucho abarca poco aprieta

La propuesta del hermano mayor pone todos los huevos en el mismo cesto:

  • Se dedica más tiempo a la preparación que a la ejecución propiamente dicha.
  • Se hace un gran esfuerzo en el último momento, lo que aumenta el estrés del equipo y las posibilidades de error.
  • Si una de las piezas falla, las otras pueden verse afectadas o no, según la relación que se establezca entre ellas.
  • Concentrando los contenidos en un único canal, se consigue un impacto más alto en su audiencia.
  • Resulta útil para proyectos que se puedan planificar con tiempo, como lanzamientos o eventos de corta duración.

No pongas todos los huevos en el mismo cesto

La propuesta del hermano pequeño abarca mucho más:

  • Se dedica menos tiempo a organizarse que a la producción de los contenidos.
  • Supone menos esfuerzo, por lo que es práctico para una sola persona o un equipo pequeño.
  • Se reparten las piezas entre todos los canales posibles, así que no hay uno principal, todos son importantes.
  • Es menos probable que el plan se vea afectado cuando una de las piezas falla porque su impacto es menor.
  • Resulta útil para conseguir varios objetivos o cubrir las necesidades de contenidos de varias personas.

Errando se aprende a herrar

Las dos estrategias son válidas si se eligen para la situación correcta, así que no hay una mejor que la otra. Para decidir, pregúntate (y apunta A o B):

  • ¿Mis objetivos son a corto (A) o a medio plazo (B)?
  • ¿Hay un punto de contacto principal con mi audiencia (A) o son varios (B)?
  • ¿Tengo suficientes recursos disponibles, léase tiempo del equipo o dinero para externalizar (A) o más bien pocos (B)?

Si te han salido más A, sigue al hermano mayor; si tienes más B, tu estrategia es la del hermano menor. En cualquier caso, después de haber decidido entre darlo todo durante un corto periodo de tiempo (A) o dosificar los esfuerzos (B), prepárate a aprender con los resultados para poder aplicarlos la próxima vez (quizá no hagan una secuela u otro remake de la peli, pero seguro que tú volverás a preguntarte cómo sacar más rendimiento a tus contenidos).

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Internet
No se habla de otra cosa, claro. Obligarnos a hablar por teléfono, pasarnos a otra red o recuperar alguna que nos ayude a pasar el rato es algo memorable que solo puede pasar cuando cae Facebook. ¡Cuántas oportunidades nos dieron esas horas! Y lo mejor, claro, estuvo en Twitter. Allí todo pasa a otro ritmo y con un estilo más personal que cuesta ver en las que cayeron. Qué divertidas conversaciones entre las marcas, como si fuese el recreo y todas estuviesen ahí dispuestas a charlar sin la presión de tener que estar en tantos sitios a la vez. ¡Casi estoy deseando que vuelva a ocurrir!

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La marca de moda estos días es Balenciaga. Zahara Fornieles en Haken enumera tres momentos en los que ha podido verse, aunque yo solo me enteré de su corto con los Simpsons. Ya he dicho alguna vez que no es precisamente una serie que me interese, pero aun así he visto los 10 minutos que dura… y sigue sin gustarme. Eso sí, soy capaz de reconocer un buen movimiento y este me lo parece. Claro que prefiero alfombras rojas que desfiles, así que no se puede decir que sea precisamente alguien interesado en la moda ni en nada de lo que la rodea.

Cine
Entrar de lleno en una película es básico para disfrutarla. Lo mejor es cuando ocurre al momento, aunque también puede ser un proceso gradual. Puede deberse al guión o al trabajo del equipo artístico, pero a mí me pasa con algunos géneros: si no consigo conectar con lo que cuentan en las primeras escenas, mi cabeza vuelve a lo que estaba haciendo antes de ponerla o a pensar en lo que haré después. Además, cuando sigo viéndola aunque sea a disgusto, suele haber algún momento, quizá una frase o una escena, que confirma mi primera impresión.

Televisión
Habla Borja Terán del papel que le ha tocado hacer a Elisenda Roca en «Saber y ganar» y yo, sin haberla visto, me pongo a pensar en si su incorporación se trata de una forma de empezar a encaminar la despedida de Jordi Hurtado. ¿Primero detrás de las cámaras, algún día delante? Podría ser. Tendrá que llegar ese momento, aunque no parece que nadie tenga prisa. Guardo buen recuerdo de ella en «Cifras y letras», quizá el único porque no he seguido su carrera. Me pregunto si el formato aguantaría el cambio o aprovecharían todos para jubilarse.

[Contenidos] Qué se puede aprender de Mr. Belvedere en «Niñera moderna»

Me encanta cuando empiezo a ver una película por un tema y acabo disfrutándola, además, por otro. Me pasó con «Niñera modera» porque, sin saberlo cuando leí la trama, está protagonizada por un escritor. Solo me centraré en ese aspecto de la película y su interesante personaje Mr. Belvedere, quien apareció en pelis y series posteriores. Como siempre, lee bajo tu responsabilidad porque te destriparé el final, seguro.

El primer aprendizaje que se puede extraer del comportamiento de Lynn Belvedere es que nadie sepa que estás escribiendo, mejor aún: no digas que escribes ni que te dedicas a eso. Hoy en día, suena extraño, pero por la época (la peli es de 1948) se escribía a máquina y él, todo un clásico, lo hace con pluma. De manera que, cuando está en su habitación, nadie sabe qué está haciendo, para desesperación de los que le rodean que llegan a decir que «por eso no se oía nada dentro».

¿Por qué esto puede ser bueno? Sencillo: se puede observar sin que se sientan observados, imprescindible para la temática de su libro. Es bueno para la documentación de ficción o si estás haciendo una auditoría interna porque te permite introducirte en esa comunidad sin que nadie sospeche ni te traten de forma diferente, en plan «jefe infiltrado». Ocurre lo contrario cuando eres freelance, claro, porque lo que querrás es que todo el mundo sepa que te pueden contratar.

El segundo aprendizaje está ligeramente relacionado porque tiene que ver con la profesión del que escribe. Mr. Belvedere es un filósofo que no sabe estar ocioso así que ha trabajado en todo lo que se te pueda ocurrir. Esto lo hace una persona versátil (pocas veces esta palabra le encaja tanto a alguien), con muchos conocimientos que lo convierten en útil para solucionar cualquier problema. Es fácil relacionarlo con la curiosidad del escritor o con la idea del marketing de contenidos de ser un recurso de valor.

De hecho, es prácticamente indispensable para su empleadora y de ahí se podría sacar un enfoque complementario al primer punto que he comentado: ¡hay que estar cerca del objeto de estudio! Resulta la mejor manera de identificar sus problemas, solucionarlos y ganarse su confianza para que no quieran que te vayas. Y sí, también observarlos mejor.

El tercer aprendizaje tiene que ver con el uso de pseudónimos, lo que me recuerda a «Criadas y señoras» donde se buscaba el anonimato. En principio, en «Niñera modera» no hay nada ilegal, pero publicar bajo una identidad ficticia permite cierta libertad a la hora de elegir qué contar de aquellos que utiliza como protas de su libro. Está centrado en su barrio y no puede alcanzar más, es hasta donde llega: escribe sobre lo que conoces, una vez más, con el añadido de hacerlo sin miedo bajo la protección de un pseudónimo.

Un apunte para distinguir nuevamente entre ficción y no ficción: cualquiera puede firmar con otro nombre, aunque la marca personal puede verse empañada (o limitada en su desarrollo) al caer en el ghost writing.

Directamente relacionado con «la verdad» están las injurias y consecuentes denuncias con las que amenazan al protagonista hacia el final de la película. Por un lado, insisto que ha elegido qué escribir sobre cada uno, se atiene a las consecuencias sin pestañear porque, por el otro, las ve como una vía de promoción indirecta que le ayudará a vender más libros. Publicar cualquier pieza provoca algo en la audiencia y su respuesta puede ser negativa y convertirse en crítica. Sabiéndolo de antemano, no se teme tanto y se lleva mejor.

Me apetece relacionar el último aprendizaje con la autopublicación (¿has visto mi hilo en Twitter sobre este tema?), aunque no sea el caso de Mr. Belvedere, porque su comportamiento sirve mucho a este tipo de autores: él controla su publicidad. Le están haciendo una entrevista sobre el libro y contesta a las preguntas según le interesa y hasta decide cuándo terminarla, sin contemplaciones. Esto es algo a lo que también hay que acostumbrarse: promocionar tu trabajo es mejor bajo tus propios términos. No siempre es fácil hablar de lo que se hace, pero es lo mínimo si se quiere prosperar.

El personaje de Mr. Belvedere es ¿atípico?, por eso dudaba de si dedicarle uno de mis posts con aprendizajes de escritores que aparecen en películas. Pero me he decidido finalmente porque es también una forma de demostrar que lo fuera de lo convencional también puede atrapar, así que generar contenidos ¿atípicos? es un buen experimento.

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