[Contenidos] Si no das a tu audiencia lo que quiere, no haces marketing de contenidos

¿Para quién haces tus contenidos? Sé cuál debería ser la respuesta: hay que hacer los contenidos para los usuarios, leads, clientes… para personas. También sé que hay otra opción que pesa aún mucho: para Google. Y también habrá quien consteste que para tener contento al jefe, a los inversores o a si mismo porque sí, también se puede ser un poco egoísta y escribir sobre lo que uno le apetece (bueno, de tanto en tanto). Pero el marketing de contenidos va de escuchar a las personas y crear contenidos para ellas: si no lo vemos así, no estamos haciendo content marketing.

¿Tu marketing de contenidos habla de ti?

Esta es una pregunta similar a la que Chris Brogan planteaba hace unos días porque la extiendo a todos los contenidos, no solo a lo que se publica en la web corporativa. En su post afirma que la web demuestra cómo vendemos y es un vendedor importante pero muchas empresas contruyen su web como vía para venderse a si mismas cuando, aunque es algo de relativo interés, la mayoría de personas que la visitan busca la forma de solucionar un problema.

Si todos nuestros contenidos hablan sobre nosotros mismos, ni vendemos ni hacemos marketing de contenidos. Tenemos que ganarnos su confianza demostrándoles que sabemos por lo que están pasando y explicarles qué haremos para ayudarle a resolver el problema. Después ya podremos acabar de convencerles confirmando por qué nosotros somos la mejor opción pero no podemos empezar por ahí porque conocernos aún no les importa demasiado.

¿Tus contenidos dan a la audiencia lo que quiere?

Desde el Content Marketing Institute recuerdan que hay que dar a la audiencia lo que ha venido a buscar (y eso es solucionar un problema como acabamos de ver). La mejor forma de lograrlo, como recomienda Margaret Magnarelli, es empezar la generación de contenidos conociéndoles y poniéndonos en su lugar para así saber cómo sus necesidades se alinean con nuestro negocio y con la misión de nuestros contenidos.

El content marketing va de construir una relación a largo plazo, no de conseguir mucho tráfico rápidamente ni tampoco de elevar las ventas para pasado mañana. ¿Qué podemos darles entonces? La respuesta es evidente: marketing de contenidos. Más inspiración y menos discursos comerciales. ¿Quién visita una web para leer sobre un premio que ha recibido una empresa o ver lo bonita que es su nueva fábrica? Un fan, no alguien que trata de resolver un problema.

¿Haces marketing de contenidos?

No tengas prisa por contestar a ésta o a las otras dos preguntas que acabo de plantear: puede ser que te confundas y creas que sí cuando en realidad no haces marketing de contenidos si crees que lo que publicas responde a las necesidades de tu audiencia pero en realidad solo hablas de ti. Revisa tu web y tus contenidos, quizá te lleves una sorpresa y descubras que lo único que haces es marketing con contenidos.

Hacer content marketing es un paso más para salir del nivel básico de madurez de la estrategia de contenidos.

[Contenidos] Datos a favor de publicar mejor contenido (calidad), no más contenido (cantidad)

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Buenas noticias: podemos dar por terminada la discusión de si es mejor calidad o cantidad en cuanto a la publicación de contenidos (la solución está en el título de este post).

Hace un tiempo comentaba la relación entre extensión y engagement pero en los últimos días he visto más datos que relacionan los buenos resultados con la calidad de lo publicado, no con la cantidad de piezas de contenido. En otras palabras: mejor publicar buen contenido que mucho sin motivo aparente. Aún más claro: ¡nada de publicar por publicar para llenar «la cuota» de cada canal!

Mucho contenido, poco engagement

El informe de Beckon habla de cuántas piezas se publican y el engagement que consiguen. Los números asustan más por sus bajos resultados que por el volumen publicado (aunque sean de empresas grandes): ¿te imaginas triplicar la creación de contenido para llegar a 29.000 piezas de contenido o saber que otros llegan a 50.000 piezas en un año y que en ambos casos el 95% del contenido pasa casi desapercibido? No son buenos datos para argumentar a favor de la creación de contenidos pero sí son reales según Beckon y su resumen de PRDaily.

El 95% del contenido no consigue engagement (lo dicen los datos) Clic para tuitear

Una de las conclusiones del informe es que no por incrementar el volumen se aumentan los resultados. Éstos los han contabilizado en interacciones de los usuarios (engagement) pero, como dicen, seguro que la mala calidad también influye en su reputación y eso a la larga lleva a menos ventas. La inversión (o su ausencia) es otro factor a tener en cuenta ya que nada es gratis.

Para acabar de creernos estos datos a favor de la calidad de los contenidos, desde Intel IQ los confirman con los suyos propios: hubo un tiempo en que creaban 60 artículos al día pero desde que lo bajaron a 30-35 piezas el engagement subió tres o cuatro veces. Confieso que yo también he hecho la prueba en mis redes alguna vez y mi conclusión es similar: no por más cantidad se consiguen más cosas.

La frecuencia de publicación ideal

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Fragmento de la infografía de Buffer sobre frecuencia de actualización en redes sociales

Mejor calidad que cantidad es otra forma de decir que no tenemos que ser muy pesados a la hora de establecer una frecuencia de publicación en nuestros canales. En Buffer dieron sus referencias basadas en sus datos de engagement: 3 veces al día para Twitter, 2 para Facebook y 1 para LinkedIn, además de 2 posts a la semana. A algunos les parecerá poco pero para otros será mucho (en mi libro «Marketing de contenidos» sugiero como mínimo 1 actualización social al día y 1 post a la semana).

En HubSpot se centran en el blog y sus resultados en leads (no engagement) para sacar datos: las empresas que publican más de 16 posts al mes (3 o 4 a la semana) triplican en tráfico a las que publican menos de 4 al mes (1 a la semana) y las cuatriplican en número de leads. Centrándose solo en empresas B2C, las que publican 11 posts al mes (2 a la semana) consiguen 4 veces más leads que las que publican 4 al mes (1 a la semana).

Está claro que tus recursos influyen a la hora de determinar la frecuencia pero al menos con estos números tienes una propuesta para empezar y, a partir de sus resultados, valorar si reducir o aumentar el esfuerzo (en mi libro «Estrategia de contenidos» comento cuánto puede costar hacer los contenidos y cómo saber si merece la pena o no).

Mezclando cantidad y calidad

Podemos empezar haciendo pocos y buenos contenidos, seguramente llevados por la ilusión de los primeros meses. Pero, pasado un tiempo, es fácil acabar cayendo en las prisas o en la desgana y publicar por publicar, sin fijarnos demasiado en por qué o cómo lo estamos haciendo. Tener una estrategia de contenidos y un calendario para implementarla es la mejor forma de cuidar la mezcla para que la calidad no se resienta por la cantidad y así publiquemos siempre cuidado cada pieza.

Lo bueno que tienen los blogs (que no todas las redes sociales) es que se puede editar y mejorar el contenido después de haberlo publicado. Si queremos que nos ocurra como a HubSpot que sus posts de más de un mes de vida son los que les dan más rédito de tráfico y visitas, podemos revisar lo hecho hasta el momento para asegurarnos que tienen un mínimo de calidad. En SmyrnaThemes dan algunas ideas para optimizar artículos antiguos como revisar el SEO, enlazar a contenidos relacionados o añadir imágenes. De esta manera, podemos mantener la calidad aún teniendo un gran volumen de contenidos.

Por cierto que todo esto me recuerda el papel que juega el content curator seleccionado el contenido más interesante de entre todo lo se que publica.

[Contenidos] ¿Qué nota le pondrías a tus contenidos?

La pregunta es sencilla pero, como siempre, tiene su enjundia: ¿qué nota le pondrías a tus contenidos? Sí, notas… como las del cole. Imagínate que has de revisar tus actualizaciones sociales y tus posts para calificarlas. Para no hacerlo demasiado extenso, revisa la última semana o mes. Ponte el sombrero de profe y pregúntate a cuáles pondrías un 10, cuáles son mejorables, cuáles suspenderías…

por experiencia que los alumnos creen muchas veces que lo han hecho genial y a ti seguramente te pasará lo mismo porque, como persona que los ha preparado, tienes un criterio subjetivo. Pero intenta poner un poco de distancia y ser más objetivo: ¿todos son excelentes en calidad? ¿Sobresalen de alguna manera del resto? Recuerda: la calidad percibida tiene mucho de comparación con los demás.

También puedes preguntarte si los hubieses hecho mejor de tener más tiempo (ahhh los plazos de entrega) o de pensarlos mejores (con la estrategia hemos topado). Y es que ‘para sacar buena nota’ la preparación y gestión previa a la publicación es importante. Ir con prisas por dejarlo para el último momento (como hacen muchos alumnos) no suele dar buenos resultados en la vida profesional.

La siguiente fase del ejercicio es preguntarte qué nota crees que le pondría a ese contenido que tú acabas de calificar:

  • Tu jefe, ¿sería tan benévolo o quizá más crítico?
  • Tu cliente, ¿le interesa lo que publicas tanto como para reaccionar?

Seguramente el primero te diría ‘eso no lo publiques’ si no le gusta pero el cliente sería más silencioso y actuaría cuando estuviese cansado de ‘suspender’ tus contenidos: dejaría de seguirte. Su nota la demuestra con sus interacciones: si es positiva, más clicks, visitas, Me gusta, retuits… Los resultados son pruebas de calidad.

Así que mi propuesta es que saques la media de las 3 notas si quieres tener una visión más realista de si tus contenidos son de 10 o no. Más que nada para que el ego no nuble tu juicio. Y recuerda que otra pregunta que complementa la de hoy es: ¿pagarías por leer tus propios contenidos?

Resumen de la publicación de mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 291, 07-03-2016).

[Contenidos] Bajar la calidad de un texto para evitar el plagio

Hoy quisiera hablarte de contenidos de baja resolución. Es otra manera de hablar de la calidad de lo que publicamos y está relacionado con la ética al compartir contenidos de otros. La etiqueta de resolución se suele aplicar a vídeos y a fotografías, pero me parece también apropiado hacerlo con textos y cualquier otra pieza que publiquemos.

Hablando con una alumna hace unas semanas, comentábamos el problema del uso ilegal de los contenidos y la dificultad de dialogar con algunas personas que utilizan contenidos de otros sin atribuir y sin ser conscientes de que están perjudicando a otras personas. Increíble pero cierto.

No es el primer debate sobre este tema y seguro que no será el último cuando hablo de content curation porque preocupa a mucha gente, especialmente a fotógrafos e ilustradores que quieren mostrar su trabajo pero no por ello autorizan a cualquiera a utilizarlo. Pero lo mismo ocurre con los textos: sé de casos en los que alguien ha copiado los textos de una web corporativa para usarlos en la suya y ofrecer el mismo servicio. Repito, increíble pero cierto.

Como en otras situaciones de la vida, la prevención puede ser una solución. ¿Qué opciones tenemos para fotos? Sí, hay herramientas que, por ejemplo, deshabilitan el botón derecho del ratón para evitar que alguien guarde la imagen pero basta con hacer una captura de pantalla y recortarla para obtenerla. Así es como se llega a utilizar marcas de agua para evitar que se pueda hacer un uso efectivo de ella (algunas veces hasta molestan de lo grandes o mal ubicadas que están).

¿Qué hacemos con otros contenidos? Exactamente lo mismo. Hay opciones para poner el equivalente a las marcas de agua en los textos: plugins que añaden al texto copiado de la web o al feed un mensaje de dónde se publicó originalmente. Complica un poco el trabajo al que quiere copiarlo, pero no se lo impide del todo porque, siendo retorcido, también puede repicar todo el texto palabra por palabra.

La solución que se utiliza inconscientemente (o no) es bajar la calidad del contenido. En foto, es tan sencillo como cambiar la resolución o el tamaño de la foto. ¿Y en el texto? Un poco igual: reducimos el detalle o la extensión de manera que profundizamos menos en el tema del artículo.

Quizá la vía más estratégica es poner barreras al contenido para controlar quién lo consume pero, bueno, una vez lo haga, ¿qué hacemos si descubrimos que lo utiliza fuera de nuestra licencia de uso?

  • Está claro que la vía del diálogo es la más recomendable pero, como decía al inicio, no siempre es posible.
  • Recurrir a la vía legal quizá nos asegure la retirada del contenido pero también conlleva ciertos costes.

La decisión es tuya solo ten en cuenta que la calidad del contenido es lo que ayuda a construir nuestra reputación y que, si la reducimos mucho, mejor que no publiquemos nada porque no servirá de nada. El contenido de baja resolución sirve para mostrar un poquito lo que hacemos pero para demostrarlo del todo hace falta más calidad.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 274, 9-11-2015).

[Contenidos] ¿Quién determina la extensión de un post?

Hoy quisiera hablarte de la extensión de los contenidos. Hace unos meses ya comenté que lo más extenso se complementa con lo más corto porque una venta difícilmente se consigue con un tuit. En esta ocasión, vamos a mezclar estrategias para ver quién decide finalmente cómo de largo ha de ser un post.

A un lado del ring, tenemos al SEO. Como dijo Iván Ruiz en el evento Inbound Marketing Made In, con menos de 300 palabras un artículo no tiene peso para posicionarse. El motivo es sencillo: es poco para dar la suficiente profundidad como para que Google lo considere la mejor referencia. A partir de 600 ya es otra cosa.

Al otro lado del ring, tenemos al marketing de contenidos. Parece que siempre estemos peleados, pero realmente no se necesitan tantas palabras para explicar bien un truco, un consejo o una noticia. Claro que si se quiere hacer una guía completa, 600 son pocas y es mejor hacer un ebook o una serie de artículos. Usa las que necesites y punto.

Pero en este cuadrilátero hay otros dos elementos que luchan por decidir la extensión: el redactor y el cliente. El primero necesita medir de alguna forma la dedicación, básicamente para buscar, organizar y escribir las ideas de manera que se respete la calidad del texto y su acción final. Por su parte, el segundo quiere saber por qué debería pagar por un artículo de 600 y no por uno de 300.

Y, en el centro de este debate, está el usuario: a él solo le preocupa encontrar la respuesta a su problema. No le importa el número de palabras que se necesiten para explicarla, quiere encontrarla y que lo solucione. Muchas veces, para qué engañarse, tampoco le preocupa quién le está dando la solución así que, si no la encuentra a la primera, seguirá buscando.

Aunque parezca extraño, todo el ring está preocupado por lo mismo: contentar al usuario. El SEO se centra en ’encontrar ‘, el de contenidos en ‘solucionar’ y, si hace bien su trabajo, el redactor en una mezcla de las dos anteriores. ¿Y el cliente? Bueno, algunas veces solo se fija en que la forma de lograrlo sea barata. Contando con que, para el redactor, ‘barata’ significa menos dedicación y, por tanto, menos calidad, parece que al final quien decide la extensión de un texto es el cliente, que por algo paga por ello.

Ahora bien, ¿tiene suficiente experiencia para tomar la decisión correcta? ¿A quién hará más caso o por quién se dejará influenciar más? Es nuestra responsabilidad darle las herramientas para que lo comprenda. Así, podemos decirle cuánto cuesta un artículo y, también, explicarle si tendremos o no suficiente espacio para responder a la pregunta del usuario y que, además, le sirva para mejorar su posicionamiento.

Aparece entonces la eterna discusión entre calidad y cantidad y seguramente el punto medio es la opción más apropiada para la mayoría de los casos: mezclar contenidos largos que van a ir mejor en SEO con algunos que son, digamos, más cortitos y fáciles de hacer. Claro que habrá momentos donde sean necesarios unos más que otros pero ni se puede escribir solo pensando en SEO ni solo en cubrir el cupo por la vía fácil.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 253, 15-06-2015).

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