[Contenidos] ¿Quién determina la extensión de un post?

Hoy quisiera hablarte de la extensión de los contenidos. Hace unos meses ya comenté que lo más extenso se complementa con lo más corto porque una venta difícilmente se consigue con un tuit. En esta ocasión, vamos a mezclar estrategias para ver quién decide finalmente cómo de largo ha de ser un post.

A un lado del ring, tenemos al SEO. Como dijo Iván Ruiz en el evento Inbound Marketing Made In, con menos de 300 palabras un artículo no tiene peso para posicionarse. El motivo es sencillo: es poco para dar la suficiente profundidad como para que Google lo considere la mejor referencia. A partir de 600 ya es otra cosa.

Al otro lado del ring, tenemos al marketing de contenidos. Parece que siempre estemos peleados, pero realmente no se necesitan tantas palabras para explicar bien un truco, un consejo o una noticia. Claro que si se quiere hacer una guía completa, 600 son pocas y es mejor hacer un ebook o una serie de artículos. Usa las que necesites y punto.

Pero en este cuadrilátero hay otros dos elementos que luchan por decidir la extensión: el redactor y el cliente. El primero necesita medir de alguna forma la dedicación, básicamente para buscar, organizar y escribir las ideas de manera que se respete la calidad del texto y su acción final. Por su parte, el segundo quiere saber por qué debería pagar por un artículo de 600 y no por uno de 300.

Y, en el centro de este debate, está el usuario: a él solo le preocupa encontrar la respuesta a su problema. No le importa el número de palabras que se necesiten para explicarla, quiere encontrarla y que lo solucione. Muchas veces, para qué engañarse, tampoco le preocupa quién le está dando la solución así que, si no la encuentra a la primera, seguirá buscando.

Aunque parezca extraño, todo el ring está preocupado por lo mismo: contentar al usuario. El SEO se centra en ’encontrar ‘, el de contenidos en ‘solucionar’ y, si hace bien su trabajo, el redactor en una mezcla de las dos anteriores. ¿Y el cliente? Bueno, algunas veces solo se fija en que la forma de lograrlo sea barata. Contando con que, para el redactor, ‘barata’ significa menos dedicación y, por tanto, menos calidad, parece que al final quien decide la extensión de un texto es el cliente, que por algo paga por ello.

Ahora bien, ¿tiene suficiente experiencia para tomar la decisión correcta? ¿A quién hará más caso o por quién se dejará influenciar más? Es nuestra responsabilidad darle las herramientas para que lo comprenda. Así, podemos decirle cuánto cuesta un artículo y, también, explicarle si tendremos o no suficiente espacio para responder a la pregunta del usuario y que, además, le sirva para mejorar su posicionamiento.

Aparece entonces la eterna discusión entre calidad y cantidad y seguramente el punto medio es la opción más apropiada para la mayoría de los casos: mezclar contenidos largos que van a ir mejor en SEO con algunos que son, digamos, más cortitos y fáciles de hacer. Claro que habrá momentos donde sean necesarios unos más que otros pero ni se puede escribir solo pensando en SEO ni solo en cubrir el cupo por la vía fácil.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 253, 15-06-2015).

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