[Contenidos] Hacen falta nutricionistas del contenido

No lo digo yo, aunque coincido plenamente con Lucas Aisa. El concepto surgió en una conversación en LinkedIn a raíz de su post sobre comunidades pasivas. Empecé quejándome sobre la costumbre de pedir «comparte, comenta, guarda» y acabó con la identificación de este perfil: nutricionista del contenido. Me animo a dejar mi opinión en mi blog también para recuperar la veterana costumbre de crear posts a partir de otros. Bienvenido sea (otra vez) el debate.

El contenido original escasea. Ya hay demasiado refrito creado a partir de refrito, haciendo que la calidad de las publicaciones baje demasiado. Te animo a hacer la prueba: entra en Google, busca algo y fíjate en todos los resultados de la primera página. Yo he tenido que leer muchos de esos «bien posicionados» sobre temas diversos y no deja muy bien a la profesión.

Muchos títulos y argumentos sospechosamente similares, poca diferenciación y escasa aportación de valor. La competencia es feroz, dirían los SEO; la calidad de bajísima, dirían los del contenido. A los que crean esa «basurilla» Lucas los llama «rellena huecos» y yo añado que son los culpables de conseguir que la mala dieta se extienda a las masas ávidas de pasar el rato, a lo fast food del entretenimiento, preocupándose solo por el ahora.

Los refritos son malos a largo plazo: son igual que los fritos y la telebasura porque también pueden afectar a tu salud y te atontan. Todos lo sabemos, aunque no es algo que (todavía) quite el sueño a la mayoría si hacemos caso a las ventas y los audímetros. De hecho, es posible que hasta sean los que consiguen más «compartidos, comentarios, guardados» y similares. ¿Por qué, si solo publican refritos? ¿Por qué se les premia? Pues porque hay quien se conforma con eso. Bendita ignorancia.

Pero, como si fuésemos irreductibles galos, también hay quienes nos preocupamos de producir contenidos que sean buenos, cuidamos nuestra dieta y tratamos de convencer a los demás de sus bondades para que rechacen lo que puede dañarlos. ¿Somos creadores, curadores? Mejor, ¡somos nutricionistas! Preferimos la calidad a la cantidad (a pesar de que a algunos les funciona e inspiran a otros) y simplificamos aunque no se reconozca nuestra tarea con métricas de vanidad.

Hay demasiada información ahí fuera como para consumir solo refritos, ¿no te parece? Espero, porque por aquí hay pocos.

Ya, los «rellena huecos» saben llenarlos muy bien y no dejan mucho espacio al resto de sufridores. Se hace lo que se puede para ocuparlos y despertar a la comunidad, pero no siempre se consigue. Es difícil competir y hacer refritos es fácil, demasiado fácil, pero consumirlos aún más. Solo hay que sentarse frente a la pantalla a glotonear moviendo el pulgar.

Esta pasividad, junto con «el eco al otro lado cuando toca sacar la tarjeta» como apuntaba Marina Febles en su newsletter Atípicaletter 236, acaba siendo frustrante para quien se pasa horas creando y no ve recompensado su esfuerzo de alguna forma. Llámalo monetización, interacción o una sencilla reacción para recordar que hay alguien al otro lado. ¿Sigues ahí o ya habrás dejado de leer porque este post te está obligando a pensar? ¡Qué incómodo, eh!

En Internet hay espacio para todos, pero lo que no hay es tiempo de pararse a pensar si lo que se está leyendo, viendo o escuchando es lo mejor, más completo o incluso original. Nadie pasa de la primera página de resultados. ¿Quién invierte un rato en comparar fuentes, en contrastar? Si todos lo hiciésemos, sería más difícil que los refritos triunfasen.

Quizá confiamos demasiado en que Google (y cualquier otro algoritmo) sea nuestro nutricionista personal, ofreciéndonos lo que necesitamos consumir. Pero, ¿no lo hacen buscando su propio beneficio? Me temo que son en parte responsables de que proliferen los «rellena huecos», sobre todo si los consideramos enfocados solo a subir posiciones.

Mejor dejar esta responsabilidad a una persona con buen criterio. Puedes ser tú o confiar en alguien, lo que importa es que seas consciente de que has de mantenerte lejos del contenido de baja calidad si quieres que el tuyo tenga valor.

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[Contenidos] Portales inmobiliarios y copywriting se llevan fatal

Mi salud mental es testigo de que llevo 2 meses tratando de mudarme. En este tiempo, he leído cientos de «fichas» de pisos en los portales habituales, visitado físicamente unos 20 y tratado de ver otros 20. No hay final feliz para mi búsqueda (¡de momento!), pero para canalizar el tiempo invertido y desahogarme, aprovecho este post para quejarme del poco copywriting que se respira en el sector inmobiliario. Y eso que, a todos los efectos, son landings que buscan registros. ¿Te lo demuestro?

Para empezar, los títulos son solo la dirección, bueno, más bien la ubicación aproximada. Dicen los agentes que es para evitar que se sepa dónde hay un piso vacío, es decir, por miedo a que lo ocupen. Sí, lejos quedan los años en que se podían ver carteles en los balcones avisando de que en esa finca había una propiedad buscando quién la alquilase. Esta es casi la única diferencia porque todo el mundo sabe que los titulares son lo que te ayuda a que se lea cualquier cosa.

En la ficha, visualmente, el precio tiene casi la misma importancia que el título. Lógico, es un producto que hay que vender (aunque sea para alquilar). Destaca también porque es lo que se tacha para indicar que ha bajado o se marca como oportunidad: iconitos o cambios de color sirven para llamar la atención sobre el coste, como en cualquier sitio web.

El siguiente encabezado sí es un subtítulo porque es una línea que resume algo importante del piso y que quedaría escondido en la descripción y lista de características. Lo típico es el número de habitaciones, pero también si es exterior, luminosidad, aire acondicionado… Aquí irían los beneficios, pero este sector es tan racional que no hay espacio para lo emocional.

Igual que en cualquier landing, es el momento de la descripción. Aquí nadie se luce, diría que ni un 1% de lo que he visto llama la atención por explicar algo de forma diferente. Y, claro, al final todos los pisos te parecen iguales porque todos tienen las características que buscas (¡suerte de los filtros!). Pero es que hay algunas agencias que, literalmente, copian y pegan el mismo texto para sus anuncios (cambiando, menos mal, los datos clave). No pido mucho storytelling… solo un poquito.

Las primeras palabras de la descripción no deberían ser el nombre de la propia agencia que «tiene el placer de presentarte» el piso o su referencia interna. Tampoco tiene lógica poner nada más empezar y en mayúsculas la forma de contactar («no llamar, usar formulario» o «atendemos por WhatsApp»). Todas estas son formas egocéntricas de enfocar la comunicación.

En la descripción deberían ir unas sencillas viñetas como resumen de las características que ayuden a decidir si el piso encaja o no a quien está leyendo la ficha: distribución, tamaño del balcón, explicación de las habitaciones, tipos de muebles, equipamiento de la cocina, radiadores, zonas comunes… Es tan evidente que me cuesta entender por qué no hay más fichas que lo incluyan (además de las que te ofrecen los portales por defecto, como ascensor o conserjería).

El final de la descripción (o lo que casi sería la letra pequeña de la landing) tampoco está estandarizada. Algunos la usan para explicar las condiciones de la contratación, fianza, depósitos, requisitos de solvencia, precio por metro cuadrado, etc. Se supone que si llegas hasta ahí es que realmente te interesa, así que es absurdo poner a este nivel de página algo tan importante como la fecha de disponibilidad del piso, igual que lo sería dejar para lo último el precio.

Tanto al principio como al final de la página se encuentran las fotos y el mapa, pocas veces el plano del piso con medidas. Me quejo del copy, pero las fotos merecían un párrafo porque, sin que pueda entender el motivo, hay quien se atreve a colgar una única imagen del exterior del edificio porque «se está reformando». Hay de todo: mal encuadradas, desenfocadas, con poca luz o con mucha, demasiado generales o demasiado detalladas… La mayoría coinciden en enseñar solo lo bueno, así que, si hace falta, se ponen fotos generales de Barcelona y se justifica en la ficha hablando del equipamiento de la zona.

También hay la posibilidad de incluir vídeos, pero, otro misterio corporativo, bastantes agencias cuelgan el suyo y no uno grabado en el piso (¿te imaginas una landing con un vídeo corporativo en lugar de ser sobre el producto o lo que quieres descargarte?). Por eso mi opción favorita es la visita virtual porque puede ser una experiencia inmersiva que te evite la vista. En realidad, cualquiera de estas opciones audiovisuales debería servir de filtro para detectar si es lo que se busca o no. Peeero, no siempre es así y se pasa al siguiente nivel: enviar un contacto o llamar.

Imagínate que estás frente al formulario de una landing. Te piden lo habitual: nombre y correo. Vale, buscan la cantidad. Ahora supongamos que es la ficha del piso y te preguntan por tu edad, a qué te dedicas, cuánto cobras al mes o cuánto ganaste el año pasado, si tienes mascotas y hasta si puedes presentar un aval. Todo eso antes siquiera de dejarte ver el piso. Está claro, prefieren la calidad. La barrera de acceso te demuestra que pocos la pasarán, pero es que tú aún no sabes si quieres pasarla porque quizá solo querías verlo para comprobar la luz o el tamaño de las habitaciones porque las fotos eran horribles.

Un apunte legal: entiendo por qué piden todo lo que piden, pero me pregunto qué harán con toda la documentación desde el punto de vista de privacidad porque esos papeles incluyen nóminas, extractos bancarios y fotocopias del DNI. Vamos, un festín de postín para facilitar la suplantación de identidad. Pero entregas los datos, qué remedio, aunque no haya check box de consentimiento ni sepas para qué se usarán. Los envías hasta por WhatsApp si así lo quieren. Cruzas los dedos y palante.

Sigo. Llega la visita y descubres que la haces con varias personas a la vez. O que alguien ha hecho una pre reserva cuando a ti no te ha dado tiempo ni de salir de casa. O que todavía están las cosas del anterior inquilino. O que la perspectiva de las fotos engaña. O que hay una fuga, humedad o cualquier otra cosilla de la que ¡se supone! se encarga el seguro antes de que se te alquile. Es como si te envían el PDF para el que dejaste tus datos y resulta que es un refrito superficial. Desengaño asegurado.

Termino mi particular desahogo, esta vez comparándolo de nuevo con la búsqueda de empleo porque, junto con la documentación de tu solvencia, la agencia te pide una carta de presentación. Se trata de humanizar la candidatura para el trabajo, digo, para el piso. La propiedad elige, como lo harían en RRHH, según su criterio (que suele estar en los papeles, en lo objetivo) y tampoco esperes respuesta o explicación, porque si es que no, no la tendrás. Supongo que, como no te cobrarán a ti, ya no les interesas y se centran solo en quien ha de firmar el contrato (o pagarles su comisión).

Me siento algo mejor después de escribir este post, aunque algo preocupada porque en este tiempo habrá salido algún nuevo piso… ¡y el que no corre vuela! Las alertas llegan con un cierto desfase al correo y, zas, puedes llamar y encontrar que solo pueden tomarte los datos (que es como ponerte en la lista de espera).

Otro ejemplo de que la vida es lo que ocurre entre F5 y F5.

[Contenidos] En qué se parecen los pasatiempos a los contenidos

La semana pasada estuve escribiendo sobre juegos online y cada pasatiempo al que jugaba (¡hay que probar antes de recomendar!) me parecía que tenía algo que ver con los contenidos. Y no porque las empresas puedan utilizar alguna plataforma para crear sencillos jueguecillos para entretener a su audiencia. Me refiero a su funcionamiento, a las normas del juego. Así que, dejé de jugar al mahjong y empecé a esbozar este post.

  • Crucigramas: tenía que empezar por el pasatiempo más enciclopédico (con permiso del Scrabble). Encontrar palabras basándose en una definición es tan responsabilidad de branding como de copywriting. Aquí las keywords de SEO no pintan nada, como mucho si se prepara un glosario como vía de posicionamiento.
  • Autodefinidos: se parecen bastante a los crucigramas, pero los menciono aparte para recordar que conviene encontrar una voz propia que hable por ti tanto como tu logo. Así los usuarios podrán identificar tu marca al oír tu producto (definición).
  • Sopa de letras: es un pasatiempo de palabras poco transparente, parece que se oculte algo al ponerlo todo desordenado y «flotando» de cualquier manera. Eso no puede pasar en los contenidos: ha de estar todo claro, con una Guía de estilo que asegure la coherencia y el sentido de todo.
  • Encuentra las diferencias: copiar es una mala práctica, muy mala. No se debería hacer ni con artículos ni con la estrategia en general. Aun así, se hace, y más de lo que muchos quisiéramos. Inspirarnos en la competencia es una cosa, imitarla para que solo varíe el logo es otra muy distinta.
  • Busca minas: todos los que empiezan en el marketing de contenidos van con pies de plomo, seguramente por miedo a explicar demasiado y acabar encontrándose con una mina. Hay riesgos, claro, pero también trucos y tácticas para pisar sobre seguro (banderitas).
  • Mahjong: hacer parejas para descubrir otras y terminar la partida con todos felices y comiendo perdices. Así podría ser hacer match entre usuario y marca si se encarga el de marketing de contenidos o entre personas de una empresa si es responsabilidad del estratega de contenidos.
  • Ajedrez: no es un pasatiempo, más bien un juego de mesa porque sí, se puede jugar solo, pero es más interesante en parejas para que encontrar la mejor estrategia suponga un reto mayor. Trabajar en equipo asegura mejores resultados, siempre.
  • Solitario: un cásico de las cartas. Yo me lo guiso, yo me como. Un clásico también en profesionales de los contenidos que trabajan solos ante el peligro (aunque no haya minas). Más realista es cuando se juega a la Carta blanca porque el nombre parece indicar que puedes hacer lo que quieras, pero el jefe/cliente no te dejará.
  • Sudokus: si se trata de números, los de marketing lo tienen más claro que los de comunicación. Claro que, si se trata de combinar las posibilidades para sacar el mejor resultado (y terminar el sudoku), los de contenido lo hacemos constantemente para reciclar piezas y que parezcan nuevas.
  • Ahorcado: inevitable pensar en los autónomos, en afinar con la selección de clientes (letras) y no acumular facturas ni tampoco trabajar gratis. Los proyectos (palabra a adivinar) pueden ser retadores o fáciles, pero no llevarnos a la ruina. En la horca deberían ir los clientes que no pagan porque este es un juego de dos.

Ya ves, los pasatiempos se pueden aplicar a los contenidos, pero estos no deberían ser un pasatiempo, necesitan inversión y no solo de tiempo porque tampoco son un rollo.

10 pasatiempos y su aplicación a los contenidos (sí, la hay). Clic para tuitear

[Contenidos] Qué se puede aprender de las películas carcelarias

De entre los géneros cinematográficos, el carcelario es uno de mis favoritos. Suelen ser películas corales, con guiones llenos de matices en la descripción de los personajes. Hablan de denuncia social, de superación personal, de trabajo en equipo… Hay buenos y malos, aunque los límites se confunden. Se pueden aprender muchas cosas de las películas ambientadas en cárceles pero, como hago en la serie de posts sobre cine y escritores, me centraré en su relación con los contenidos.

El género carcelario da para mucho. Algunas pelis son históricas o basadas en libros, otras son futuristas con cárceles modernísimas de ciencia ficción. Es fácil que hayas visto alguna… si no, te animo a ver alguna de las que comentaré. Así que lee el post bajo tu responsabilidad porque es posible que suelte algún spoiler.

Lo primero a lo que nos enfrentamos los que trabajamos en contenidos es a convencer a alguien de que es una buena idea dedicarles unos mínimos recursos. El content strategist hace una auditoría de contenidos para ver con qué material cuenta y saca sus conclusiones para que el cliente o su jefe tenga claro qué hay  que hacer. Eso mismo hace Henry Brubaker: como nuevo alcaide se infiltra en su cárcel para averiguar cómo funciona y proponer mejoras a la administración. Ha de luchar por conseguirlas porque no quieren cambiar lo que (aparentemente) ya funciona. ¿No te ha pasado al empezar a usar el marketing de contenidos?

Una frase que se repite en muchas películas carcelarias es “soy inocente”. Se puede oír varias veces y hasta provocar unas risas en una de mis favoritas, “Cadena perpetua”. Ahí todos dicen ser inocentes, no han hecho nada para estar ahí. Como cada pieza de contenido: nace buscando su objetivo y, algunas veces, lo hace por el mal camino. Robar contenido de otros, enlaces fraudulentos, malas optimizaciones… La pieza en si misma no tiene la culpa, es el sistema quien pervierte al contenido. Además, se puede “institucionalizar” y acabar dependiendo de los buscadores pero no tener interés para el usuario.

El día a día de la cárcel es muy rutinario pero, de tanto en tanto, hay algún intento de fuga o motín que revoluciona las costumbres de los presos y funcionarios. Sobre ese tipo de situación va “Celda 211” pero me interesa más “La gran evasión” porque los protagonistas de ese campo de prisioneros de guerra aseguran que es su obligación preparar planes de fuga (y lo consiguen, más o menos). En el caso de los contenidos, también debería ser obligado tener un plan para cumplir con el objetivo, sea cual sea. Dejar pasar el tiempo dando vueltas al patio (léase redes sociales) no lleva a ningún lado.

Fotograma de «Cadena perpetua».

Para escapar, hay que picar piedra. Esta expresión se cumple perfectamente en “La fuga de Alcatraz”, una película de referencia sobre esa cárcel. En ella se recrea el histórico plan para escapar de los presos que sí lo lograron (supuestamente). Así que no vale cualquier tipo de contenido, hay que currárselo (de ahí el plan). No sirve publicar lo primero que venga a la cabeza, a la desesperada (puedes morir en el intento). Cada contenido ha de tener algo especial. Y es que, para entrar en “La Roca” sin pasar por el juzgado, se usa un complicado sistema de túneles; pero para salir, hace falta algo más de creatividad.

Un factor clave para sobrevivir en la cárcel es conocer la jerarquía porque, a la hora de la verdad, hay un preso que controla lo que pasa dentro de los muros, desde las apuestas al contrabando. Es quien consigue cosas pero también el que protege al prota y le evita problemas. Podría ser un influencer que te ayuda con sus contenidos en un momento de crisis. En todas las películas carcelarias existe este personaje, incluso en las que la prisión no es la protagonista como “Con Air” o “American History X”. Quizá en “La última fortaleza” es donde más evidente resulta esta distribución de roles. En la película queda claro que conocer a la persona adecuada te puede sacar de más de un apuro, también con la distribución de contenidos.

Ya ves que hay muchas cosas que se pueden aprender de una peli ambientada en una cárcel para aplicarlas a tu estrategia de contenidos. La próxima vez que veas alguna, acuérdate de lo que te he contado y déjame un comentario con tus ideas.

[Contenidos] Tú tienes un estilo propio pero, ¿lo tienen tus contenidos?

Antes de empezar, te propongo un ejercicio. Mírate al espejo (preferiblemente de cuerpo entero) y describe en una frase a quién ves. ¿Cómo te definirías únicamente por lo que ves en el reflejo? Quizá la frase incluye tu género, edad, profesión si lees este post en el trabajo o relación familiar si lo lees desde el sofá… pero seguramente incluye algún indicativo de tu aspecto exterior que te gusta o disgusta (¿quizá unas ojeras?). Ahora imagínate que te quitas la ropa (¡no lo hagas si estás en la oficina!) y vuelve a mirarte: ¿usarías la misma frase? Quizá ahora no es tan literal y has pensado en algo más abstracto (¿cansado de tu empleo?).

Llevemos el ejercicio un poco más allá. Hubo un tiempo en el que la ropa de las muñecas era de papel, tenían unas pequeñas lengüetas en los hombros y otros lugares para ajustar los modelitos. Quizá lo recuerdes, aunque sea por versiones más modernas. Podrías ir a tu armario y elegir otra ropa pero prefiero que pienses en esta ropa intercambiable para ponerte algo que normalmente no llevarías. Pregúntate ahora: ¿mantendrías la frase que te define después de haberte probado diferentes modelos? Si has dejado de fijarte en el continente (envoltorio, ropa) para prestar atención al contenido (tú), el ejercicio mental ha merecido la pena: ¡objetivo cumplido!

Todos tenemos un estilo que nos define: somos de una determinada manera y lo reflejamos en nuestro exterior. La ropa es la manera más evidente de hacerlo para la gente que nos rodea. Pero no nos hace falta para saber quiénes somos en nuestro interior, ni la necesitan los que realmente nos conocen para identificar nuestras acciones.

Vamos ya a por tus contenidos. Aquí, más que un espejo, ponlos bajo una lupa (o una auditoria) para contestar a 3 preguntas:

  • ¿Cómo los definirías de manera general?
  • ¿Puedes encontrar puntos en común entre las piezas, una vez las has separado de su continente?
  • ¿Podrías intercambiar los canales y seguirían siendo los mismos (al menos en esencia)?

Igual que tú tienes un estilo y deberías ser la misma persona sin importar qué llevas puesto, tus contenidos también deberían tener su propio estilo. La primera capa es la que se ve desde fuera, la manera en que se transmiten los contenidos por ejemplo siguiendo la identidad corporativa. Es el estilo más superficial, igual que es la ropa que llevas: un abrigo te define por cómo es, su tela, sus colores, con qué lo combinas… pero debajo solo estás tú. ¿Ocurre lo mismo con tus contenidos? ¿Puedes sacarles la capa de pintura exterior e identificarlos, por ejemplo, cuando no están en tu blog o tus redes sociales?

La esencia de tu marca debe quedar en la mente del usuario después de olvidarse de la plataforma que utilizas para distribuir los contenidos. La audiencia se lleva una impresión de tu personalidad, tanto por lo que dices (o callas) como por la manera de decirlo. El estilo es tan evidente cuando hablamos de ropa para las personas que se nos olvida que las marcas también pueden desnudarse y transmitir quiénes son con cada pieza que publican.

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