[Contenidos] Datos sobre la relación entre la extensión de un post y su engagement

Hoy quisiera hablarte de la extensión de los artículos. No es un tema nuevo pero esta vez traigo dos estudios con datos y eso siempre es interesante.

Más largo, más engagement

Roger hace un resumen del informe “Content, Shares and Links” de BuzzSumo y Moz que viene a decir que el 75% de lo que se publica online no interesa (y el estudio analizó 1 millón de artículos). ¿Te parece impactante o era de esperar? Si hago caso a mi propia forma de leer mi Feedly, diría que el porcentaje debería ser más. Porque solo leo cosas muy concretas y porque hay mucho contenido basura o de baja calidad.

Esto me lleva a otro dato igual de interesante: “aunque el 85% de los contenidos que se publican tienen menos de 1.000 palabras de extensión, los artículos de más de 1.000 palabras reciben más interacciones que los cortos”. Atención, no confundir compartir con enlazar porque lo primero siempre es más fácil que lo segundo. Pero parece que el tamaño sí importa después de todo…

El 75% de lo que se publica online no interesa Compartir en X

Más engagement si la referencia es de confianza

Cristina llama mi atención sobre otro estudio, también relacionado con la extensión y las veces que se comparte un artículo. Los datos esta vez son más concretos porque la muestra se hizo directamente de personas que leen textos largos. Pues bien, los “longform lovers” compartieron el 35% de lo que leyeron. Considerando que son artículos largos se les supone de más calidad así que ¿quizá se podría esperar un número más alto? A mi me pasa que muchas veces precisamente porque son largos están poco especializados y por eso es más difícil que los comparta.

Otro dato curioso de las conclusiones es a quién lo compartieron: el 51% a alguien que conocen en persona y el 33% a sus contactos sociales. Quizá por eso el mail es el canal más utilizado (43% frente al 21% de Facebook y el 15% de Twitter).

Las estadísticas dicen que se comparten más contenidos con quien se conoce en persona. Compartir en X

Midiendo las palabras y el tiempo

Un volumen alto de palabras es igual de costoso en tiempo para el redactor que para el lector: cuesta de escribir porque seguramente hay más documentación y cuesta de leer porque muchas veces no se encuentra el tiempo para leer… además, su expectativa es más alta precisamente por la inversión de tiempo.

Quizá en el futuro se inventen una métrica para los contenidos que combine todo lo que te he contado hoy: extensión, engagement y tiempo. De momento, los números te pueden servir de referencia para el próximo análisis de tu blog.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 269, 5-10-2015).

[Contenidos] La creatividad según John Cleese

Hoy quisiera hablarte de creatividad inspirada por la charla de John Cleese en el CMWorld (por cierto, no es la primera que da sobre el tema). También podría hablarte de la envidia que me da este evento que congrega a más de 3000 personas o, como ellos dicen, content marketers. Pero prefiero que sea una newsletter inspiradora y no una rabiosa.

La creatividad es una de esas palabras a las que su definición no hace justicia. Es algo más complejo que el acto de crear pero los diccionarios tienden a simplificar. Los que vivimos de las palabras sabemos que es importante elegirlas bien y que en sus matices está la diversión del lenguaje.

En fin, este gran ministro habló del proceso creativo (me gustó especialmente cuando citaba estudios que confirmaban mis sospechas) para defender la necesidad de jugar y resolver problemas para poder ser creativos. A grandes rasgos, recomendó:

Hay que aclarar que aquí jugar es más bien sinónimo de pensar o reflexionar que es lo que  nos llevará a idear la solución al enigma que sufríamos al llegar a ese espacio. Con razón, Cleese garantizaba que al principio de esa (digamos) desconexión de la realidad vendrían a nosotros ideas cotidianas (llamar a alguien, por ejemplo) pero es cuestión de perseverar (apuntarlas para quitarnos ese espacio mental).

Pasado un tiempo, como al finalizar una lluvia de ideas, es la razón la que ha de desechar las ‘malas’ y decidir cuáles merece la pena desarrollar. Escribe con el corazón y edita con la cabeza, como se suele decir.

Pero, sobre todo, hay que estar atento a las señales. También lo decía Frank Capra: “un presentimiento es la creatividad que intenta decirte algo”. El subconsciente es el mejor aliado de la creatividad según Cleese, por eso hay que guardar la lógica para luego. Incluso al dormir, el subconsciente sigue trabajando en el problema que hay que resolver.

La realidad es menos romántica y el tiempo apremia por lo que muchas veces se trabaja bajo presión. Y esto es fatal para la creatividad. Lo sabemos todos, pero caemos irremediablemente en el mismo error. Yo creo que la única solución es planificarse para reservar esos momentos creativos… ¡y aprovecharlos al máximo!

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 266, 14-09-2015).

[Contenidos] ¿Quién determina la extensión de un post?

Hoy quisiera hablarte de la extensión de los contenidos. Hace unos meses ya comenté que lo más extenso se complementa con lo más corto porque una venta difícilmente se consigue con un tuit. En esta ocasión, vamos a mezclar estrategias para ver quién decide finalmente cómo de largo ha de ser un post.

A un lado del ring, tenemos al SEO. Como dijo Iván Ruiz en el evento Inbound Marketing Made In, con menos de 300 palabras un artículo no tiene peso para posicionarse. El motivo es sencillo: es poco para dar la suficiente profundidad como para que Google lo considere la mejor referencia. A partir de 600 ya es otra cosa.

Al otro lado del ring, tenemos al marketing de contenidos. Parece que siempre estemos peleados, pero realmente no se necesitan tantas palabras para explicar bien un truco, un consejo o una noticia. Claro que si se quiere hacer una guía completa, 600 son pocas y es mejor hacer un ebook o una serie de artículos. Usa las que necesites y punto.

Pero en este cuadrilátero hay otros dos elementos que luchan por decidir la extensión: el redactor y el cliente. El primero necesita medir de alguna forma la dedicación, básicamente para buscar, organizar y escribir las ideas de manera que se respete la calidad del texto y su acción final. Por su parte, el segundo quiere saber por qué debería pagar por un artículo de 600 y no por uno de 300.

Y, en el centro de este debate, está el usuario: a él solo le preocupa encontrar la respuesta a su problema. No le importa el número de palabras que se necesiten para explicarla, quiere encontrarla y que lo solucione. Muchas veces, para qué engañarse, tampoco le preocupa quién le está dando la solución así que, si no la encuentra a la primera, seguirá buscando.

Aunque parezca extraño, todo el ring está preocupado por lo mismo: contentar al usuario. El SEO se centra en ’encontrar ‘, el de contenidos en ‘solucionar’ y, si hace bien su trabajo, el redactor en una mezcla de las dos anteriores. ¿Y el cliente? Bueno, algunas veces solo se fija en que la forma de lograrlo sea barata. Contando con que, para el redactor, ‘barata’ significa menos dedicación y, por tanto, menos calidad, parece que al final quien decide la extensión de un texto es el cliente, que por algo paga por ello.

Ahora bien, ¿tiene suficiente experiencia para tomar la decisión correcta? ¿A quién hará más caso o por quién se dejará influenciar más? Es nuestra responsabilidad darle las herramientas para que lo comprenda. Así, podemos decirle cuánto cuesta un artículo y, también, explicarle si tendremos o no suficiente espacio para responder a la pregunta del usuario y que, además, le sirva para mejorar su posicionamiento.

Aparece entonces la eterna discusión entre calidad y cantidad y seguramente el punto medio es la opción más apropiada para la mayoría de los casos: mezclar contenidos largos que van a ir mejor en SEO con algunos que son, digamos, más cortitos y fáciles de hacer. Claro que habrá momentos donde sean necesarios unos más que otros pero ni se puede escribir solo pensando en SEO ni solo en cubrir el cupo por la vía fácil.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 253, 15-06-2015).

[Contenidos] Los perfiles indeseables son los más interesantes

Hoy quisiera hablarte de lo que he aprendido de perfiles en mayo gracias a las 320 personas con las que he hablado de contenidos en las 10 sesiones presenciales, online e incompany que he impartido este mes (ya advertí que iba a ser un mes llenito de clases).

Quiero pensar que algunos (impensable imaginar que todos) se llevan buenas ideas para aplicar a sus respectivos negocios. Pero yo también me llevo algunos aprendizajes que quiero poner por escrito para que te sirvan también a ti. Así que no te vayas todavía que no va a ser éste un artículo sobre los alumnos porque ya sabes lo que pienso de ellos. Pero sí voy a separarlos en dos extremos:

  • Los que tienen una idea y vienen únicamente a confirmarla
  • Los que no tienen ninguna idea y las aceptan todas

¿Quizá te identificas más con uno que con otro? Pues que sepas que influyen en los contenidos desde la perspectiva de la creación y la curación de contenidos. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Sigue leyendo y lo entenderás.

Creación de contenidos

Desde tu página vendes tus productos o tus servicios. ¿A quién? Con suerte, conoces sus perfiles. Pero hay uno menos habitual para el que tendrás que dedicar mucho esfuerzo si quieres que cambien de opinión: son los que no han ido a tu web para buscar alternativas o comparar. Lo que quieren es convencerse de que lo que tienen o hacen es suficiente, que está bien tal cual. Así que tienes dos opciones: tratar de convertirlos o ignorarlos.

¿Cómo afecta esto a la creación de contenidos? Lo fácil sería olvidarlos, es totalmente cierto (y algunas veces más sano para la mente). Centrarse en los otros, los que aceptan todas las ideas, es mucho más gratificante. Pero, aunque parezca que no, es más práctico crear piezas para los difíciles. Convencerles no será fácil porque no creen tener ningún problema pero piensa que si lo logras con ellos, los otros estarán más que convencidos.

Content curation

¿Y cómo afectan estos dos perfiles de alumnos en el filtrado de contenidos? Siguiendo la misma línea, los que solo quieren confirmar sus ideas visitan tus actualizaciones sociales (suponiendo que es ahí donde haces más curation) para encontrar información que les dé la razón.

Pero no quieren que sea la tuya. No lo hacen para ofenderte (bueno, quizá algunos sí) pero lo que quieren es oír la voz de quienes consideran referencias… y no la tuya. Así que tendrás que hacer un filtrado centrado en personas o medios reconocidos que digan lo que tú piensas (y que no creerían si lo dices tú).

Esto es como encontrar un intermediario para convencerles, lo que se complementa muy bien con la creación de contenidos también orientada a ello. Como ves, aunque parezcan indeseables, este perfil que te va a costar convencer puede serte muy útil.

Para acabar, recuerda que hace un par de años también hablé de cómo organizar una web pensando en que era un curso.

 

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 252, 09-06-2015).

[Contenidos] Un contenido extenso se complementa con uno más breve

Hay mucha tinta y bits invertidos en explicar cuál es la extensión adecuada en cada canal. Se puede decir que las necesarias para transmitir una idea, pero quizá suena difuso. Con los extremos algunas veces se entienden mejor las cosas así que voy a hablar de tuits y de libros como sinónimos de lo breve y lo largo:

  • Twitter tiene un límite de caracteres y ofrece estadísticas sobre el alcance y engagement que tienen sus tuits pero, ¿quién asegura que se han leído los 140 caracteres? Nadie. No obstante, dicen desde Twitter que se consiguen mejores resultados si se queda en menos de 100 caracteres.
  • Las editoriales determinan las páginas de los libros por cómo se van a imprimir. El autor lee varias veces el manuscrito antes de entregarlo y hay estadísticas de ventas pero, ¿cómo saber si se lee todo o solo algunos capítulos? Alguna estadística habrá sobre las páginas de los best sellers pero el autor puede escribir lo que quiera que nunca sabrá si todas sus palabras son leídas.

Los dos tipos de contenidos se parecen de alguna manera porque los dos se complementan: los tuits promocionan libros; los libros pueden crearse a partir de tuits. Los títulos de algunos libros pueden ser tan breves como un tuit y han de ser tan sonoros como los tuits para conseguir lectores. Los libros necesitan frases atractivas para iniciar y finalizar capítulos para asegurar que se sigue leyendo. Los tuits necesitan empezar y acabar bien para aprovechar que se capta la atención del lector.

A eso se reduce todo, a lograr la atención de los usuarios, retenerlos y acabar convirtiéndoles a clientes. Y el tamaño, perdón, la extensión influye. Mirando un post y un libro: los dos suelen tener espacio para la introducción, nudo y desenlace pero no siempre en el mimo orden. Si un post debería empezarse por las conclusiones, ¿por qué un libro tiene una introducción eterna que describe todos los capítulos siguientes? Cuando se enseña esa parte como muestra del libro, no resulta muy representativa… algunas veces hasta es aburrida.

¿Y si ahora comparamos un tuit con una newsletter? Pues el asunto es a lo que quedan reducidas las 600 palabras que tiene la de hoy. Sería el típico tuit para promocionar y conseguir nuevos suscriptores. Lo mismo ocurre con un post, todo se resume en el titular: es lo más importante para tratar de ser leído, compartido o la acción que se busque.

Así que parece que sí, al final es verdad eso de que menos es más, que viene a ser la versión corta de lo bueno si breve, dos veces bueno. Pero una compra no se consigue con 140 caracteres, por muy buena que sea la llamada a la atención. Se logra con la suma de muchos mensajes breves que forman uno más extenso. O, en otras palabas, logrando que se lea un contenido largo es cuando aumentan las posibilidades de argumentar y convencer a la audiencia.

¿Gana entonces el formato extenso? No necesariamente. Como he dicho al principio, son formatos complementarios que hay que trabajar en cada momento y canal para conseguir lo que se quiera.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 223 (17 de noviembre de 2014).

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