[Contenidos] Lo básico de la arquitectura de la información

La intención de publicar mi libro para este Sant Jordi se está quedando en eso, intención. No te habrá pillado por sorpresa si recibes mi newsletter porque allí lo he ido contando todo, pero no significa que lo abandone: solo está en pausa. Mientras, para compensar, las próximas semanas te voy a resumir libremente tres libros interesantes relacionados con los contenidos.

El primero es «A Practical Guide to Information Architecture«, de Donna Spencer: 1ª edición gratis en PDF (hasta llegue la 2ª).

La arquitectura de la información (AI) es cómo se agrupan y etiquetan las piezas (en nuestro caso páginas web) para que tengan sentido y la gente las use fácilmente (es prima hermana de la usabilidad). La parte visible para el usuario es la navegación, aunque también hay una menos evidente que es la estructura general y los metadatos. Intervienen tres factores:

  • Contexto: los objetivos de la empresa, la cultura corporativa, la tecnología de la web (CMS) y las restricciones de diseño (accesibilidad).
  • Personas: la investigación (user research) debe resolver cuestiones como cuáles son sus necesidades, qué harán en la web o qué saben ya de ese tema. Hay muchas técnicas para recopilar estos datos, como encuestas, entrevistas, focus groups, card sorting, observación directa, estadísticas de la web, etc. Después, hay varias formas de presentar la información, como un informe, perfiles, escenarios (historietas que describen una situación de uso) o mapa de experiencia (customer experience map).
  • Contenido: para saber qué se tiene, nada como un inventario y posterior auditoría. El mapa web o site map es la forma más sencilla de presentar el contenido si conviertes el inventario en un diagrama. Entonces, hay que preguntarse qué contenido hace falta basándose en la investigación previa sobre el comportamiento del usuario y el análisis de la competencia. Después, toca hacer un plan con las tareas y sus prioridades (en mi plantilla todo en uno las recomendaciones son automáticas.

La búsqueda de información suele ser el objetivo del usuario, pero ¿sabe qué quiere o no tiene ni idea? ¿Qué palabras utilizaría? Las soluciones para ofrecérsela son variadas: buscadores, categorías, etiquetas, índices, filtros, comparativas, resúmenes, recomendaciones, «los más»… hasta dejarse sorprender por el azar. Todo ello son formas de establecer la navegación, digamos, externa porque es lo que usarán los visitantes de la web.

El reto de la AI es saber cuál es la mejor manera de organizar el contenido internamente para que resulte fácil. Spencer menciona ocho formas de hacerlo:

  • Las exactas son tiempo (noticias, blogs, eventos), índice alfabético (muy útil cuando ya se sabe lo que se quiere encontrar, pero una pérdida de tiempo si no), geografía, formato (ideal para tutoriales) y estructura organizacional (autoría).
  • Las ambiguas son menos evidentes, como tareas que las personas hacen (pueden ser prácticas como segundo filtro previo), audiencia (un clásico en servicios) y tema (lo que da pie a que cada pieza esté en más de uno).

No creas que esto es todo. Aún hay que elegir el patrón (o la combinación de ambos): los sencillos son jerárquicos (clásico árbol con niveles), bases de datos (con fichas más o menos complejas según los metadatos), hipertexto (cuando los enlaces mandan sin que aparentemente haya una estructura detrás) y lineal (para cursos y libros convertidos a la web).

En el libro también encontrarás una metodología para crear la arquitectura en seis pasos y testearla, además de detalles sobre tipos de navegación y wireframes y prototipos para presentarla. Hay muchas imágenes de ejemplo y algunos casos para entender un poco mejor la teoría. Igualmente, es muy fácil de leer y puede servir para hacerse una idea general a la hora de crear un árbol de contenidos que tenga en cuenta las necesidades del usuario.

Un último apunte: hay muchos perfiles implicados en la arquitectura de la información, desde analistas de negocios a desarrolladores web, pasando por expertos en usabilidad, redactores o también diseñadores. Cualquiera, según Spencer, puede contribuir mientras tenga empatía, habilidad con el lenguaje, gusto por el detalle y dotes comunicativas. El cargo oficial es arquitecto de la información y se encarga de la investigación, documentación y creación de la AI, incluso puede incluirse en el equipo de redacción y SEO.

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