La idea de asociar un producto a algo tan agradable en la mente de consumidor como es la llegada del fin de semana o, lo que es lo mismo, la hora de plegar del trabajo, no es nueva que digamos. Hace poco hemos vivido al lanzamiento de un nuevo coche (Picanto) precisamente con esta premisa.
Pero en ese anuncio la alegría era mínima en comparación con el nuevo spot de Cruzcampo. Aquí, no es que se acabe la jornada, ¡es que empieza una juerga! La cerveza corre a raudales y las jarras de los coloristas protagonistas se llenan alegremente.
¿Tanta alegría es porque se acaba del curro o porque se ponen ciegos de cerveza? A ver, ¿qué vende este anuncio? Cualquier tipo de droga le serviría: la búsqueda de la evasión de la gris rutina diaria, ¿no es el objetivo de cualquier droga?
Asignando el valor de la evasión a una bebida alcohólica, ¿no se incita a su consumo? Toda la publicidad tiene la misión de provocar la compra, pero ¿hace falta vender botellón para vender cerveza?
Y aún otra cosa: en su anterior spot Cruzcampo vivía con corazón y raices españolas sus 100 años de aniversario. En el actual se respiran aires de musical americano 100%. ¿No ha cambiado demasiado el enfoque de Cruzcampo?
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