Gracias a la reseña de markarina, leo en El País un artículo muy interesante: «I+D en la despensa«. Su última frase resume perfectamente el artículo: «La carrera se complica, pero la caja pone a cada cual en su lugar.»
Leí un día una definición de innovación (creo que en Infornomia) que también hacía referencia a esta carrera. Algo así como que la innovación es una carrera en la que si te bajas de la bici alguien te adelanta y luego no puedes volver a ser líder (o te costará horrores recuperar el tiempo perdido).
En el transcurso de esta carrera de I+D, se van añadiendo nombres al producto y, aunque no siempre, nuevos ingredientes. Tenemos ejemplos en el yogur, pero en la leche es aún peor. Ahora ya no bebemos leche, sino preparados lácteos que llevan vitaminas, calcio, soja, isoflavonas… A las galletas lo mismo, ya no es suficiente que lleven chocolate. O los detergentes, que llevan los nombre tan largos que te hacen olvidar el producto en sí mismo.
Sería muy fácil o muy anticuado hacer productos convencionales, hay que innovar para seguir en el mercado. Innovar es poner nombres como «ziritione» o «DSG» a algo intangible para el consumidor.
A cada variante del producto se le añade un nombre, no se suele hacer uno nuevo porque, como diría «Su distinguida señoría» Eddie Murphy, compramos el «nombre que ya conocemos».
Al final acabaremos comprando versiones como en el software. ¿Detergente v2.8 hoy de regalo?
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