A río revuelto, ganancia de pescadores

El apagón de ayer me pilló escribiendo en un Word, así que hasta que no tuve que consultar una fuente online no me di cuenta de que no había conexión, y hasta que no miré el móvil no me di cuenta de que no era cosa de mi portátil. Lo cerré para ahorrar batería y fui directa al sofá a leer mientras esperaba a que volviese el servicio. Unos cuantos capítulos más tarde, conseguí un segundo de conexión, lo justo para ver en X que era un susto nacional, así que busqué la radio a pilas y de nuevo a leer, escuchando a ratos las novedades. Horas después, acabé el día sin luz, pero con otro libro terminado.

Al despertar, con la electricidad alimentando de nuevo los aparatitos de la casa, me paseé por las redes y hay quien sigue compartiendo noticias con vocación de servicio (o para desinformar, según en quién te fijes) y quien crea contenidos humorísticos, periodísticos, educativos y, claro, marcas que reaccionan rápido y aprovechan para recordar la importancia de lo analógico o para hacer promo de sus productos que hasta ayer no se consideraban de supervivencia. Hay para todos los gustos: quejas, alegrías, alabanzas y también simples saludos como cuando Twitter conectaba personas.

Entonces, ¿qué tipo de post es este, te estarás preguntando? Pues uno que quiere volver a los orígenes, a explicar lo que pienso como si fuese un diario. Aunque también uno que me confirma mi nueva realidad. Podría haber escrito un post con esos ejemplos que me he encontrado de marcas y sus correspondientes aprendizajes o con ideas para que otras creasen contenidos para demostrar que están cerca de sus clientes. Eso lo hubiese hecho esta misma mañana mi antigua yo, pero ayer, iluminada por un quinqué y con el barrio a oscuras, solo podía pensar en que era el escenario perfecto para una historia de género negro.

Por eso, lo publico ahora, cuando ya casi todo ha vuelto a su cauce y tengo un momento después de poner orden a los asuntos de mis clientes y, además, con un título tan poco SEO. Y es que la situación vivida me lleva a pensar en cierta escena de «Operación Pacífico» (aunque sea una comedia nada negra), y no en conseguir un posicionamiento efímero.

Recuperar el hilo

Cuando paras en mitad de la autopista y te quedas en el arcén, aunque fueses en el carril lento, es difícil volver a incorporarte. Más todavía si lo que quieres es cambiar de sentido. Peor si lo que te gustaría es que el tráfico se detuviese porque te resulta ensordecedor. Quizá ese apartadero que te salvó del naufragio se acabe convirtiendo en tu refugio permanente. Quizá quieras acomodarte, recibir visitas y servir de guía a otras personas cansadas y así crear tu propia área de servicio. Pero si sigues mirando los coches, aunque sea por el rabillo del ojo, acabarás volviendo a subirte a uno.

Yo paré, cerré los ojos y me tapé los oídos. He estado varios meses así, en mi cabaña, sin prestar atención a los coches, recargándome para estar preparada y volver a desafiar al tráfico. Yo no soy la misma y tampoco lo es la autopista, pero siento que es la hora de reincorporarme, poco a poco. No pisaré el acelerador a fondo, más bien al contrario: iré a mi ritmo, sin pensar en la velocidad de los otros carriles. Si yo conduzco, yo decido mi destino y el camino.

Write in public

La primera decisión que he tomado está en el título del post: quiero recuperar el hilo y volver a escribir aquí. En realidad, no he estado parada: he seguido redactando contenidos para mis clientes y recuperando la ficción, pero si no lo cuentas y te expones es como si no pasase. Así que, segunda decisión, voy a recuperar la tarea de contar públicamente lo que escribo. Como no puedo hacerlo desde el punto de vista profesional (la confidencialidad, ya sabes), vuelvo a mi próximo libro. Lleva esperándome meses, podría decirse que siempre ha estado ahí, y es hora de llenarlo de ideas para que otras personas lo lean.

Iré contándolo en mi newsletter y por aquí, con la tranquilidad que me da la hoja en blanco y sin la presión de cumplir el calendario de una editorial. Cuando lo termine, miraré de nuevo la autopista y decidiré si piso el acelerador o vuelvo a parar.

Detenerse hoy para decidir mañana

He estado unos días de vacaciones más allá del círculo polar ártico y vivir la noche polar es lo mejor para conectar con una misma. Oír tu respiración competir con el viento, obligarte a caminar cuando la nieve te llega a las rodillas y embelesarse con el hipnótico baile de las auroras boreales te recuerda la obligación de elegir bien tus prioridades en cualquier espacio-tiempo.

No se deberían tomar decisiones en caliente, hay que detenerse para bajar la temperatura (la tuya y la de tu entorno). No hace falta estar a -8º, pero sí dejar pasar el tiempo que cada persona necesite para volver a tener ilusión y convencerse de que podrá ser feliz de nuevo. Pueden pasar días, semanas o medio año. Hay que tener paciencia. Coger perspectiva no siempre es fácil, pero conviene si se quiere trazar un plan y que esa pausa se convierta en el empujocinto para continuar en el camino.

La inercia suele ser mala compañera de viaje cuando te mantiene por derroteros de los que, pensándolo bien, quieres alejarte. Poner el piloto automático es una solución a corto plazo, pero no puede durar siempre porque no te deja ver tu meta. La tuya, no la de un algoritmo o la que tu entorno te asigne sin preguntarte. Tú has de decidir y priorizar y, si has de detenerte para elegir mejor, hazlo. No es debilidad: el mundo seguirá girando y (casi) nadie se dará cuenta de que te has bajado. El error sería no dejar a un lado lo que te retiene donde no quieres estar porque te hunde en un pozo del que cada vez te costará más salir.

Llevo varios meses dándole vueltas a cómo salir de esa oscuridad. Empecé 2025 con la misma energía con la que terminé 2024, pero siento que mis pilas se empiezan a cargar. Lentamente y sin prisa porque mi pirámide todavía necesita asentarse, voy vislumbrando hacia dónde quiero ir y los pasos que voy a tener que dar para mi personal punto y aparte. Ya te iré contando.

Dos décadas y 15 años después

d+m cumple hoy 20 años y yo acabo de hacer 15 como freelance. Una celebración siempre es una buena excusa para asomarme por aquí y hacer un poquito de balance.

20 años en la blogosfera

Dice WordPress que llevo 2700 posts publicados aquí (sería difícil contar los que he escrito para mis clientes). Han sido dos décadas en las que este blog ha evolucionado siguiendo el ritmo de mis intereses: publicidad y medios al principio, más marketing de contenidos después, luego estrategia de contenidos y recientemente cultura del contenido. Por eso no tenía sentido seguir escribiendo estos últimos meses: si yo necesito descansar, mi blog también.

Dejando de lado temas demasiado personales, ¿qué ha cambiado en estos 20 años en la blogosfera? Es sabido que los blogs ya no son como antes, pero tampoco las redes sociales y vinieron después. Fueron diarios íntimos, después profesionales y ahora son poco más que un intento corporativo de que Google haga más caso al dominio del que dependen.

¿Qué no ha cambiado? Siguen siendo una página en blanco esperando a ser llenada de ideas. Y eso merece ser conservado. Quiero que mi blog siga siendo un reflejo de lo que pienso, mi lugar para descargar ideas. Así que es posible que el año que viene abra una nueva etapa de d+m. Quizá sin objetivos profesionales, solo como un lugar para escribir lo que quiera.

15 años siendo freelance

Oficialmente fue en noviembre, pero suelo celebrarlo en el blogversario porque sin d+m no creo que hubiese podido llegar a ser freelance. En 15 años he participado en proyectos de diferentes sectores y para empresas de todos los tamaños, pero siempre con los contenidos en el centro de mis tareas. Con porcentajes variables según las épocas, sigo encargándome de organizar, redactar y sugerir contenidos, aunque en realidad cada cliente lo llame a su manera: escribir para su blog, humanizar los textos de su web, planificar su LinkedIn, coordinar los materiales de un evento, gestionar su branded content en medios…

Nunca he encajado en un cargo «tradicional», pero tampoco me voy a inventar uno solo para que quede bonito en mi perfil. Quizá por eso parece que tampoco encajo en las ofertas que se anuncian en redes y portales de empleo. Me mantengo fiel al reto y seguiré abriendo camino, tratando de que los contenidos continúen siendo relevantes para toda la empresa.

¿Qué no ha cambiado desde que soy freelance? Que la experiencia es un grado, como la especialización. Quizá hable de eso a partir de ahora en mi newsletter, es decir, en 2025. O quizá no. Todavía tengo mucho en lo que pensar.

¿Y por cuántos años más?

Justo ayer, 12 de diciembre, se cumplieron 12 años desde que salió a la luz «12 miedos«, una bonita iniciativa de José Carlos León que me brindó la posibilidad de asomarme a los relatos de ficción. En aquel momento no pensé que fuese un camino a seguir, pero la semilla estaba plantada y con el tiempo germinaron nuevas ideas que he intentado cuidar, aunque fuera a ratos, para que sus raíces fuesen fuertes y así creciesen buenas historias.

La pandemia me dio la gran oportunidad de recuperarlas y vinieron muchos más momentos de inspiración en los últimos años. Ahí están los personajes, rondándome para que les escuche y ponga por escrito lo que están viviendo. Aunque no lo sientan así, no me olvido de ellos, pero otras prioridades les han pasado por delante.

Eso en cuanto a ficción, pero mi libro de redacción sigue ahí, todavía a medio escribir. Parece que el gafe que arrastra durará un poco más. Es el que más me ha costado de terminar y está avanzado, pero sin una editorial detrás que me presione, los proyectos de mis clientes van primero. Además, siempre estoy a tiempo de autopublicarlo para sumarlo a mi colección, así que no tengo más prisa que la que me impone saber qué otras novedades editoriales habrá el próximo año.

Aprovecho para anunciarte que el próximo día 22, "Pilares del contenido" estará de oferta en el KindleFlash (aunque ya sabes que lo tienes gratis con KindleUnlimited).

Quién sabe si 2025 me traerá un Valentín para darle un giro a mi carrera profesional, si me dará la paz mental que necesito para terminar de escribir mis historias o si me dejará viviendo en el sonido del silencio. Quédate por aquí y te lo iré contando.

Punto y (quizá) aparte

Siento que tengo que darte explicaciones. Déjame intentarlo.

Siento no haber celebrado el 14 aniversario de mi newsletter. No tenía fuerzas. Ni para quitar el piloto automático de mis redes.

Siento que tampoco quiero celebrar los 20 años que cumple este blog en breve. Ni mis 15 como freelance. Sigo sin energía.

Siento que he perdido la ilusión por compartir lo que aprendo en mi trabajo diario. Aunque todavía tengo ganas de escribir.

Siento que voy por un camino diferente al que la mayoría sigue. Y está poco transitado. Es duro.

Siento que ya no me importa que sea así. Antes sí, ahora no. Las prioridades cambian.

Siento que necesito silencio para volver a encontrar mi voz. Será en el sonido del silencio.

Siento que he de parar. Llevo parada 1 mes. Medio año incluso. Pero necesito ver pasar más tiempo.

Siento que volveré. No sé cuándo será. Pero todavía no.

Siento que entonces me hará feliz encontrarte por aquí. Entonces convertiré este punto en punto y aparte.

Para ser legal, te aviso de que utilizo cookies en esta web:    leer detalles y configurar preferencias
Privacidad