[Contenidos] Del plan de empresa al storytelling

Se acerca Sant Jordi y repito mi apuesta porque aún hay demasiadas empresas que no están aprovechando bien sus contenidos. En lugar de acercarse, se alejan de la cultura del contenido. Visto desde fuera, no tiene mucho sentido, pero es la sensación que tengo en mi día a día. La estrategia de contenidos no debe estar aislada del resto de planes, ni del resto de departamentos, debe vincularse a todo lo que ocurre en la empresa. Empezando por su documento primigenio, el plan de empresa.

Te presento un fragmento del primer capítulo de «Cultura del contenido» porque las empresas que no tienen claro aquello que les define pueden encontrarse en una situación de desventaja.

Del plan de empresa

Una servilleta, un bloc de notas o cualquier pedazo de papel pueden ser el soporte perfecto donde apuntar las ideas que acabarán conformando una empresa. Pueden surgir en una conversación entre amigos que se convertirán en socios fundadores o tras una investigación que lleva a una persona a crearse un futuro profesional. Así empieza el germen de una empresa, con ideas y ganas de ponerlas en marcha. Quizá haya discusiones y puntos de vista que tendrán que acercarse, o todo fluya perfectamente hacia la constitución oficial de la empresa. Sea como sea, solo es el principio de las muchas decisiones que tendrán que tomarse.

La primera gran pregunta suele ser el nombre: ¿cómo queremos que se nos conozca, tanto a nivel de empresa como de producto? Algunas veces esta decisión es rápida, otras cuesta un poco más. El naming se fundamenta en los valores de la empresa así que son decisiones de igual prioridad. Además de describir el negocio, hay que asegurar la viabilidad del proyecto con un análisis del mercado. Todo ello se describe en su primer documento oficial: el plan de empresa (o de negocio). En él se concretan los aspectos básicos que nos ayudarán a identificar lo que hace que la empresa actúe de una determinada manera tanto interna como externamente y, por tanto, lo que deben transmitir los contenidos.

Repasemos a grandes rasgos el plan de empresa ya que el objetivo de este libro no es crear uno, sino utilizarlo como punto de partida sobre el que desarrollar la estrategia de contenidos. Mirándolo desde esta perspectiva y aunque hay diferentes formas de presentarlo, la información básica que debe incluir un plan de empresa es la siguiente:

  • Definición del negocio: explica la idea del proyecto, el producto o servicio y el modelo de negocio. Además, define la misión, visión y valores de la empresa así como su cultura corporativa.
    Aplicación a los contenidos: imprescindible para concretar la voz de la marca a la hora de comunicarse con su audiencia, además de su comportamiento y el de sus empleados.
  • Estudio de mercado: incluye un análisis de debilidades y fortalezas internas y amenazas y oportunidades externas (matriz DAFO), identifica a la competencia, el posicionamiento en el sector, la cuota de mercado deseada, las barreras de entrada y los clientes potenciales que se hayan identificado.
    Aplicación a los contenidos: útil para conocer las expectativas de la audiencia según las piezas que ya se están generando en el sector, además de ayudar a definir los mensajes que les resultan relevantes.
  • Plan de marketing: aunque básico en comparación con los detalles que veremos más adelante, se determinan elementos claves como los que forman el clásico marketing mix, es decir, estrategias de precio, distribución del producto y su promoción, además del propio ciclo de vida del producto.
    Aplicación a los contenidos: seguramente en este plan es donde más se habla de contenidos porque se indica cómo transmitir las características del producto en los diferentes canales de la empresa.
  • Plan de ventas: especifica la propuesta única de ventas (USP en inglés) y la estrategia comercial para alcanzar los objetivos, incluyendo la fuerza de ventas y las tácticas previstas.
    Aplicación a los contenidos: los materiales comerciales se diseñan teniendo en cuenta los argumentos de venta y servirán para toda la empresa, también en marketing.
  • Plan de RRHH: concreta la organización de la empresa y los perfiles que se necesitan, por lo que señala también las claves de selección de candidatos, políticas de contratación y formación de los empleados.
    Aplicación a los contenidos: ya que se busca implantar una cultura del contenido, sus capacidades deben incluirse en este plan como veremos en los siguientes capítulos.
  • Plan económico y financiero: asegura la viabilidad del proyecto calculando sus costes, inversión inicial y financiación, además de los resultados esperados en diferentes plazos.
    Aplicación a los contenidos: sin una partida presupuestaria que cubra su implantación, será difícil desarrollar una cultura del contenido.

El plan de empresa incluye otros elementos que no afectan directamente a los contenidos como el plan de implementación con las necesidades de la puesta en marcha del negocio (locales como oficinas y almacén, proveedores de materias primas, maquinaria de fabricación, transporte y logística, material informático, registro de patentes, etc.) y la estructura legal de la empresa donde se detalla las características de su constitución (razón social, forma jurídica, etc.). Cada negocio requerirá de una información más o menos detallada de estos elementos.

En cualquier caso, para los que prefieren algo más visual y no un documento extenso, existe el modelo canvas (Business Model Canvas) propuesto por Alexander Osterwalder. En él se muestran los aspectos principales del negocio en una sola página. Los repasamos también fijándonos en cómo se relacionan con la estrategia de contenidos:

  • Socios clave: cuáles son los proveedores y las posibles alianzas estratégicas, importante porque sus contenidos también afectarán a nuestra reputación.
  • Actividades clave: qué hacemos a diario para llevar el producto a nuestro cliente, debería incluirse el papel de los contenidos en estas actividades.
  • Recursos clave: qué hace falta para conseguir poner en el mercado el producto, complementándose con los contenidos.
  • Propuesta de valor: qué soluciones aportamos y cuál es nuestra diferenciación, es decir, aquello que los contenidos deberán transmitir. En el siguiente capítulo profundizaremos sobre ello.
  • Relaciones con clientes: qué acciones se prevé llevar a cabo para fidelizarles, también en cuanto a relaciones en redes sociales.
  • Canales de distribución: cómo llegará el producto a los clientes, lo que siempre influirá en la presencia online.
  • Segmentos de clientes: a quién se dirige el producto y, por tanto, la audiencia de los contenidos. También hablaremos de ella en el próximo capítulo.
  • Estructura de costes: cuáles serán nuestros costes fijos y variables, incluyendo los relacionados con el ciclo de vida del contenido.
  • Fuentes de ingresos: cuál será el modelo de negocio, especialmente si los contenidos aportan un porcentaje.

Todo esto se define en las primeras semanas de vida de una empresa y ya hemos visto que los contenidos están muy presentes en las decisiones. Después de que se haya puesto en marcha el negocio, gerencia estará ocupada con sus propios retos para mejorar la empresa: la transformación digital, la omnicanalidad, la competitividad… La buena noticia es que, en mayor o menor medida, todos tienen algo que ver con los contenidos así que, con una buena planificación estratégica y una cultura del contenido, se superarán más fácilmente.

¿Qué elementos del plan de empresa sirven para los contenidos? Clic para tuitear

Al storytelling

No hay ningún apartado en los primeros documentos que genera una empresa que se centre directamente en la estrategia o el plan de contenidos, pero los contenidos son transversales: están en marketing, ventas, RRHH… Por eso, aunque en el plan de empresa no se hable expresamente de ellos, sí conviene considerarlos desde el primer día para que sean un marcador más en el ADN de la marca, igual que su nivel de compromiso, su ética o su visión.

Ya tenemos los datos, las estadísticas y los números que harán que nuestro negocio sea una realidad, pero nos falta encontrar la esencia que hay detrás de algo tan impersonal para convertirlos en una historia creíble y, por qué no, emocional. El storytelling nos ayudará a hacerlo porque nos obligará a pensar, no en cuestiones tangibles como hemos estado viendo hasta ahora, sino en aquello que nos define de manera más abstracta, pensando en las sensaciones y experiencias que queremos transmitir. Hablamos de emociones, de dejar huella. ¿Cómo? Con contenidos que cuenten nuestra historia porque los datos se olvidan, pero las historias permanecen.

La definición más sencilla de storytelling es contar una historia. Llevado al mundo corporativo, lo que contamos es la historia de la empresa, de sus fundadores, de sus productos, de un cliente… incluso contamos alguna anécdota personal antes de una charla o reunión con un cliente potencial para romper el hielo. Una historia es una suma de experiencias que nos define como personas y también como empresas. Podemos decir el año en que nacimos, cuándo nos graduamos o desde cuándo llevamos trabajando en un puesto, pero solo son datos. Si queremos contar nuestra historia, hemos de explicar lo que sentíamos en esos momentos para que otros se identifiquen con ella.

El storyteller es el narrador, quien cuenta una historia; pero, en este caso, no es una persona sino una empresa. Para mantener conversaciones con nuestros clientes, necesitamos darle una voz que le confiera personalidad. Ha de resultar una entidad con estilo propio, capaz de expresarse y opinar. Ha de tener unas convicciones concretas y actuar de una determinada manera, como si fuese una persona. Si no transmitimos sus valores, quienes la escuchan no la creerán y será un nombre tan frío como su número en el registro mercantil.

Desde el principio, una buena historia atrapa a quien la escucha, lee o mira. Engancha desde la razón o la emoción, pero mantiene el interés párrafo a párrafo, escena a escena. Así que, cuando acaba, el usuario protesta porque no quiere que se termine (aunque sea un final feliz). Si quiere saber más, se le ofrece otra pieza que continúe o complemente lo que ha experimentado durante ese rato con la marca. Si conseguimos que se adentre con nosotros en esa historia y establezca una conexión real con lo que le contamos, no nos dejará. Solo se irá si algo no le encaja, quizá porque le engañamos o exageramos la situación.

Las historias, como las de los buenos libros o las buenas películas, son subjetivas: depende del usuario al que las dirigimos. Tan importante es quién la cuenta como quién la consume, son las dos partes a conectar y hay que conocerlas muy bien a ambas. En el plan de empresa ya hemos conocido un poco a nuestro cliente potencial, al menos superficialmente. Servirá para empezar, aunque en el siguiente capítulo veremos más detalles sobre él que nos ayudarán a generar mejores contenidos. Mientras, concentrémonos en saber quiénes somos.

Es fácil creer que sabemos la respuesta, pero no es así si aún no hemos encontrado nuestra historia o relato, aquello que ayudará a nuestra marca a distinguirse para resultar más atractiva en el mercado. Nos llevará un tiempo identificarla y prepararla para que pueda ser explicada, después podremos transmitirla a la audiencia mediante contenidos (lo veremos en la segunda parte) y aún tardaremos un poco en medir cómo les ha afectado, es decir, si la han entendido, creído y valorado positivamente. Es una apuesta a largo plazo, como muchas de las que iremos viendo en este libro.

Los beneficios de usar el storytelling, además de ser más recordable, como ya hemos comentado, son que, al dotar a la empresa de una voz firme y clara para contar su historia, se da estabilidad y coherencia a los mensajes. Esto repercute positivamente en la imagen que se forma el usuario de la marca y, por lo tanto, en su relación con nosotros en cualquiera de los canales en los que tengamos presencia. Hacer una marca más humana es un objetivo que pueden y deben perseguir todas las empresas, no solo aquellas de sectores más fríos como pueden considerarse los sectores industriales.

La historia de la empresa es la esencia de su cultura, por eso está en todas partes y debemos tenerla presente en todas las decisiones y acciones corporativas. Dado que afecta a todo lo que publica la empresa, el storytelling se vincula principalmente con las áreas de marketing y comunicación. Pero también desde RRHH han de transmitir la misma historia a los candidatos que entrevistan; y en desarrollo de producto han de pensar a largo plazo para encajar lo que se está contando. En definitiva, afecta a toda la empresa.

Invertir en nuestra historia no es comparable al coste del alquiler de unas oficinas ni a lo que destinaremos en crear un prototipo de un producto ni en formar a los empleados. No se puede calcular cuánto va a costar (a no ser que se externalice el proceso a una consultoría). Tampoco sabemos cuánto vale un plan de empresa: sabemos que hemos dedicado muchas horas a pensar en ello, pero no importa porque es nuestro proyecto y sabemos que nos ayudará a conseguir nuestro propósito. Ocurre lo mismo con el storytelling: podremos crear mejores contenidos y conseguiremos mayor respuesta de la audiencia, pero tendremos que hacer una importante inversión de tiempo para llegar a rentabilizar nuestra historia.

¿Has dado el salto del plan de empresa al #storytelling corporativo? Clic para tuitear

Cómo llevarlo a la práctica

¿Quieres…

  • descubrir la identidad de tu marca partiendo de la misión, visión y valores que la definen,
  • crear una historia que humanice la marca y la acerque al usuario para que se cree un vínculo emocional entre ambos
  • y pasar a la acción y convertir tu historia en una experiencia?

Te lo cuento paso a paso en mi libro para que puedas organizar mejor tu empresa y rentabilizar tus contenidos: mira el índice en Amazon (está disponible en papel para Sant Jordi y Kindle, también gratis con la prueba de KindleUnlimited).

[Contenidos] Pon orden interno a tu content strategy

Los contenidos necesitan una estrategia. Sí, un documento dedicado a por completo a ellos y así cubrir toda su complejidad. No vale con un pedacito que magnánimamente les ceda otro departamento como suele ocurrir. Las marcas en el nivel avanzado de madurez lo comprenden, pero queda mucho por hacer para que la cultura del contenido esté presente en todas las empresas y se les dé la atención que merecen.

Poner por escrito cualquier estrategia obliga a hacerse preguntas y a pensar bien las respuestas (léase buscar argumentos) para valorar y elegir la mejor opción. Documentar una estrategia de contenidos no es tener un calendario editorial. Aunque es uno de sus entregables más conocidos, es solo una pequeña parte, la punta del iceberg.

Dentro de las muchas decisiones que hay que tomar, a la que menos atención se suele prestar es la organización del ciclo de vida de los contenidos. Aunque sirve para aprovechar los recursos de la manera más rentable, se suele dejar de lado porque no hay suficientes personas en el departamento… lo cual suele ser falso porque cualquiera en la empresa puede implicarse y participar en mayor o menos medida.

La gobernanza de los contenidos se asegura de que las personas estén coordinadas y cubre todas las etapas de cada pieza. Para eso, más que un calendario editorial o Guía de estilo, se necesita un workflow que asigne las responsabilidades. La pregunta en este capítulo de la estrategia no es qué, dónde o cómo: es quién.

¿Quién encarga una pieza? ¿Quiénes la hacen realidad? ¿Quién la valida? ¿Quién la publica? ¿Quién decide si hay disputas? Sería raro que la respuesta a todas las preguntas fuese la misma persona. Cuantos más nombres propios (y más departamentos) aparezcan, más sentido tiene poner orden en la estrategia de contenidos (sí, content strategy, no solo una táctica más).

Se consigue así más eficiencia porque se evitan solapamientos que roban tiempo y suman errores. La calidad del contenido aumenta al mejorar los procesos internos y aprovechar las mejores capacidades de cada persona. Estas son las buenas noticias. Las malas son que puede suponer un cambio tan importante que lleve tiempo de implementar. No se hace de un día para otro, pero a la larga la audiencia lo valora.

Para llevar a cabo esta transformación hace falta un comité responsable que organice los contenidos pensando en las personas de dentro de la empresa y en las de fuera: tan importante es quién crea el contenido como quién lo va a consumir. Un profesional externo que airee la estrategia de contenidos puede servir para que este puente se mantenga firme. Es una de las tareas del content strategist, aunque no sea la más solicitada.

[Contenidos] ¿Cuántos recursos dedicarás este año a tus objetivos?

El año acaba de empezar, también el mes y pronto llegará un nuevo trimestre, así que ¿por qué no concretar ya qué recursos necesitarás? ¿Vas a publicar más o menos? ¿Qué harías con más presupuesto?

«Content Matters 2022» de Parse.ly (descarga a cambio del correo) responde a estas preguntas, quizá te sirva de orientación.

Más contenido, más recursos

  • El 66% dice que ha creado más contenido este año que el pasado.
  • El 32% desea el doble o más de los contenidos que produce hoy, el 48% quiere un poco más y solo el 5% quiere menos.
  • El 50% aumentará su presupuesto este año respecto al anterior y el 42% prevé hacerlo también de cara al siguiente.
  • El 58% destina su presupuesto a contratar creadores o agencias.
  • El 52% dice que tiene más personas creando contenidos que antes; el 79% son equipos de entre 1 y 10.
  • El 68% de las peticiones de contenidos empiezan en otros departamentos (ventas, soporte).
  • ¿Qué contenidos se publican? La estrella son los posts (91%), aunque muy cerca están las actualizaciones sociales (88%). Las newsletters (78%), los vídeos (69%) y los casos de estudio (58%) completan el top5.
  • ¿Qué se querría publicar si se tuviesen más recursos? Vídeos (35%), infografías (24%) y guías/ebooks (24%).
¿Cuál es tu previsión para este año: publicar más o menos contenidos? Clic para tuitear

Diferencias entre contenidos para B2B y B2C

Otros datos interesantes del informe señalan unas ligeras diferencias entre las empresas B2B y B2C. Aunque en general todas apuntan a la parte alta del funnel (88% busca awareness), el resto de porcentajes deja claro las prioridades y, por tanto, el enfoque de lo que se publica.

Objetivos similares, diferentes prioridades:

  • B2B: el 85% usa los contenidos para generar leads, 81% ganar credibilidad, 79% educar a la audiencia, el 68% para madurar los leads y el 64% para conseguir ventas.
  • B2C: el 78% centra los contenidos en educar a la audiencia, el 73% en ganar credibilidad, el 60% en generar leads, también el 60% en fidelizar a los clientes ya existentes y el 56% en las ventas.

Mismos canales, diferente inversión:

  • B2B: LinkedIn triunfa tanto en orgánico (88%) como en publicidad (77%). En orgánico, le siguen empatadas Facebook y Twitter (ambas con 64%). En pagado, Facebook mantiene la segunda posición (61%), pero es Instagram quien cierra el pódium (38%).
  • B2C: Facebook es aquí quien se queda el oro en orgánico (55%) y en pagado (87%); Instagram es segunda (47% y 80%); y LinkedIn tercera (30% y 76%).
Datos con las diferencias entre contenidos para negocios B2B y B2C. Clic para tuitear

El informe incluye otros datos sobre medición e ingresos: puedes descargarlo a cambio del correo en la web de Parse.ly.

[Contenidos] Tres formas de diferenciarte (tomando tequila)

Buscar la diferenciación en tus contenidos es tan importante como ser constante en tus publicaciones. Lo primero es más cuestión de estrategia y lo segundo de planificación, por eso es más sencillo publicar sin pensar por qué o cómo se está publicando.

Mostrar nuestra diferencia es una manera de posicionarnos lo suficiente alejados de la competencia como para destacar. No siempre es fácil, pero es una decisión que debe tomarse más temprano que tarde porque afecta a toda la marca.

Entonces, ¿cómo utilizar los contenidos para diferenciarte? El triángulo mágico que propone Dickie en Ship 30 for 30 está formado por el contenido, la voz y el formato. Algunos comentarios:

Contenido

Para explicar este punto, se sirve del tequila del título de este post. Imagina que has de escribir sobre cómo hacer más efectiva tu rutina matutina. Piénsalo un poco y seguro que te ocurre lo que a cualquiera. ¿Y si dijeses que lo mejor es tomarse un chupito cada mañana? Eso es diferenciarse o superar el test del tequila: pasar de lo que otros ya están diciendo, los típicos tópicos y proponer algo que no se espera nadie.

Se trata de encontrar una nueva perspectiva o un territorio sin cultivar, pero que sea igualmente atractivo para tu audiencia.

Voz

Algo que puede ocurrir es que guste un estilo diferente y, de repente, todo el mundo lo utilice. Esto hace que ya no destaque, ni el primero ni nadie porque la diferencia se ha hecho norma. El ejemplo que propone es el de portadas de libros de autoayuda: antes era impensable encontrar «chorradas» en el título como referencia a la actitud con la que se trata ese tema tan importante, pero ahora ya hay demasiados que lo han utilizado (y en cualquier temática), así que no llama la atención.

Para tener una voz propia hay que encontrar nuestra personalidad, definir (y fijar) cómo nos expresamos: es la manera en que somos identificables por quienes nos escuchan o leen.

Formato

La estructura que seguimos en cada pieza y cómo nos adaptamos a las características de cada canal es el tercer vértice de este triángulo. Hay quien siempre usa listas para sus títulos y otros preguntas (casi siempre, más «cómo» que «por qué»). Por ejemplo, yo tengo la costumbre de poner paréntesis, comillas y hasta interrogantes para hacer acotaciones más «personales» (¿te habías dado cuenta?).

Cualquier elemento de formato contribuye a la diferenciación porque es una forma de expresión que nos hace únicos.

Ya ves que no es una metodología novedosa, pero sí que está explicada de forma llamativa, por lo que cumple con lo que él mismo predica. Por eso es un buen ejemplo de cómo ser diferente en algo no tan nuevo.

[Contenidos] 14 características para definir la calidad del contenido

Es un debate recurrente en este sector, diría que es uno de esos que no tienen fin. ¿Qué es contenido de calidad? ¿Cómo tiene que ser una pieza para serlo? ¿Buena, valiosa, exitosa…?

Siempre he creído que es una respuesta subjetiva y lo confirmo a menudo viendo cuántas veces se comparten algunos contenidos que para mí son de poca calidad. ¿Por qué los considero así si tanto triunfan? Porque, como en cualquier otra expresión artística, estoy valorando un aspecto de la pieza a la que otros no le dan tanto peso y por eso la consideran mejor. De ahí que sea algo subjetivo: es difícil que todo el mundo la perciba igual.

Esta reflexión inicial sirve de contexto para los siguientes datos que ordenan por importancia las 14 características que definen la calidad del contenido. El informe «State of Content Ops & Outsourcing Report 2021» de Semrush Content Marketplace se basa en una encuesta a 700 profesionales, así que quizá coincide con tu opinión o no, pero al menos sirve para establecer una posible lista de criterios a tener en cuenta, tanto al encargar la redacción como al llevarla a la práctica. El resumen, en el siguiente gráfico que desde ya pienso incorporar a mis clases.

Comento brevemente estas características, según el orden del informe:

  • Profundidad del tema (61%): depende del conocimiento de la audiencia, por eso una visión externa puede ser buena al redactar y así poner al mismo nivel a emisor y receptor.
  • Gramática (54%): básico, pero aún es fácil de encontrar algún error (consciente o no) que estropea la experiencia (como mínimo a quienes nos preocupamos por cuidar las formas).
  • Dominio del idioma (52%): como referencia directa al arte de escribir, hay que tomar esta característica con precaución porque cada formato es diferente y no todo el mundo vale para todos.
  • Tono de voz (48%): ¡qué decir! Imprescindible, es lo que marca la diferencia y no siempre se valora como es debido.
  • Valor práctico para el lector (46%): quizá si la encuesta fuese a usuarios, esto estaría más arriba,
  • Estilo (46%): el reto de la externalización para el 27% es mantener la coherencia porque cada profesional tiene su estilo. ¡Muy mal! Va de la mano del tono de voz: básico para orientar a los que nos dedicamos a escribir para otros.
  • SEO (44%): tenía que estar en la lista, claro. Quizá es lo que más se puede relacionar con los resultados que consigue la pieza. De hecho, el 69% mide el tráfico orgánico y el 30% la posición en las páginas de resultados; el 37% la generación de leads y el 36% las conversiones.
  • Estructura y extensión de los párrafos (38%): quizá sea lo más cercano al número de palabras del contenido, aunque el copy conversacional demuestra que este punto es algo subjetivo.
  • Storytelling (37%): muy cerquita del anterior porque para mí están muy relacionados al servir para organizar las ideas de manera que al final se llega a conseguir el objetivo del texto.
  • Documentación (35%): quizá es lo que lleve más tiempo, pero va con el cargo. Muy relacionado también con el primer punto y con el que junto viene debajo porque los refritos copan los resultados (y sin que el usuario se dé ni cuenta).
  • Contenido único (30%): confieso que esperaba ver esta característica en un lugar más alto porque, cuando se trata de ofertas de empleo, siempre se acaba mencionando.
  • Experiencia en el sector (28%): me parecería más apropiado la aportación al sector, por complementar a la del lector, pero en realidad hace referencia a cuánto sabe quién escribe del tema, que viene a complementar el dominio del idioma.
  • Ajustado al briefing (27%): quizá el único de la lista que no puede ser percibido por quien consume la pieza, pero de gran importancia interna. En el informe señalan los elementos que suelen incluir en este documento: tema (68%), keywords (65%), audiencia (50%), objetivo de la pieza (50%), instrucciones de SEO (37%), tono y estilo (36%), estructura (34%), documentación relacionada (32%) e información corporativa (17%).
  • Enlaces internos/externos (22%): básico para mencionar fuentes, lo mismo que para no repetir lo que ya se ha escrito previamente o para convertir en otras páginas. Por cierto, el 35% incluye este dato en el brief de resultados.

La calidad es medible si valoras y ponderas estas características. Por ejemplo: si llego a un artículo que recomienda plantillas de WordPress (y con el cambio de diseño he visitado unos cuantos), pero no enlaza a sus descargas, automáticamente pierde puntos y baja su calidad. ¿Tanto como para dejar de leer? No, si su investigación me aporta valor; pero, si repite lo que ya he leído en anteriores, sí cierro y busco otro.

De estas 14 características para definir la calidad del contenido, yo valor más… Clic para tuitear

Datos sobre la externalización de los contenidos

De eso va realmente el informe de Semrush, de externalización, aunque yo me haya centrado en solo una de sus páginas. Complementa y amplía los resultados made in Spain de mi «Estado de los contenidos 2021«, así que dejo algunos datos que me parecen interesantes:

  • El 40% tiene 1 persona en el departamento de contenidos, aunque el 11% no tiene a nadie dedicado a los contenidos.
  • El 51% no externaliza, pero el 12% lo externaliza todo. El principal motivo para no externalizar (24%) es que es más manejable gestionar los contenidos dentro de la empresa. El principal para sí hacerlo (52%) es la necesidad de aumentar la producción de contenido.
  • El 44% dice elegir un proveedor por la calidad de sus contenidos, el 40% por el precio y el 37% por su experiencia en el sector. Pero el 12% dice externalizar a herramientas de IA.
  • El 44% externaliza entre 1 y 5 piezas al mes; el 37% invierte menos de mil dólares al mes.
  • El 42% dice que el reto de la externalización es la baja calidad del contenido, el 36% la edición que acaban haciendo del entregable y el 29% que no alcanza sus expectativas.

Ha sido precisamente este último punto el que me ha hecho escribir este post porque los datos no dejan muy bien a la profesión. Mis clientes no modifican ni una palabra de lo que les entrego y creo firmemente que los redactores externos somos capaces de generar contenido de calidad, igual que alguien que trabaje dentro de la empresa. Así que rompo una lanza desde aquí a favor de la externalización: ¡un voto de confianza a los que llevamos décadas escribiendo para otros!

Si tienes ganas de más, puedes descargar o leer el informe completo desde su web: «State of Content Ops & Outsourcing Report 2021«.

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