Tenemos nueva campaña de Reanult Megane donde de nuevo Fernando Alonso conduce un coche que «cualquiera» se podría comprar para «ser como él». Aunque sólo con coger la autopista ya vemos que hay más de uno que se cree que conduce su bólido.
Esta vez los creativos han dejado a un lado «lo humano» de Alonso. Adiós a sus sueños, a Borja y a las curvas imposibles. En realidad aquí no dice ni una palabra, sólo conduce. Ahora, con él y su scuderia, vamos a «Dominar a la bestia». Vemos cómo la carretera se convierte en una serpiente que se quiere tragar al coche. Serpiente que también podría ser una montaña rusa y que acaba como «curva peligrosa» después de la intervención de Alonso.
Pero, ¿por qué se considera al asfalto como la bestia? ¿No son algunos conductores los que se comportan como animales? ¿Estamparse contra la carretera con un salto en plan «El coche fantástico» no es de locos? Si el hombre es quien ha creado las carreteras, ¿no es él «la bestia»? La carretera tiene curvas imposibles, pero ha sido el hombre quien las ha construido y por lo tanto quien debe aprender a controlarlas.
Éso es lo que nos vende el Megane: la seguridad del control, el dominio de lo incontrolable (recuerda también a Pirelli «La potencia sin control no sirve de nada»). Necesitamos el coche para dominar la carretera, en eso estoy de acuerdo. Pero no en vivificarla negativamente como si suya fuese la culpa de los accidentes.
Por cierto, ¿será casual que el Megane sea rojo?
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