[Contenidos] La vuelta al cole de los contenidos

Hoy quisiera hablar de la vuelta al cole. Esta expresión es clásica en estas fechas, ¿verdad? Los anuncios van llenos y eso que aún colean los que nos animan a disfrutar del verano. Pero la temporada, oficial y mayoritariamente, toca a su fin porque parece que el mundo se detiene en agosto y justo hoy empieza septiembre así que, niños y mayores, toca volver a la rutina.

Cuando hablamos de contenidos, hay una parte que es rutina pura y dura. La semana pasada exploramos vías más creativas pero es justo decir que la rutina puede llevar al éxito o al fracaso cualquier estrategia de contenidos. Veámoslo jugando con los sinónimos:

  • La rutina puede llevarnos al punto de caer en lo que conoce como la costumbre y darnos confianza en lo que hacemos, seguridad incluso. La constancia y coherencia son necesarias para lograr buenos resultados con los contenidos.
  • Rutina también puede ser algo negativo si pensamos en que estos mismos puntos positivos pueden llegar al aburrimiento, a la repetición sin ninguna otra motivación de cumplir con el calendario editorial y nada más.

Además, hay que tener en cuenta factores temporales:

  • Antes ‘de que se acaba el cole’, estamos metidos en esa inercia de ir publicando contenidos con más o menos ganas.
  • Durante ‘el descanso vacacional’, adaptamos el calendario sabiendo que la mayoría de nuestra audiencia no está, digamos, por la labor. Contenidos más relajados pero seguimos ahí… no se puede decir que todos los contenidos desaparezcan de golpe, solo baja el ritmo.
  • Después en plena ‘vuelta al cole’, por un lado, queremos que vuelva la rutina para sentir otra vez esa confianza pero, por otro, echamos de menos la relajación veraniega. Vamos, que cuesta volver porque estamos descolocados.

Seguro que te identificas con alguna si no todas estas etapas. Pero todo esto tiene solución si abrazas un calendario a largo plazo y no solo calculado para esta semana.

Programar contenidos a medio año vista o, si te atreves, a un año vista es una manera segura de mantener el flujo de publicación adecuado para que la rutina no te quite el entusiasmo y tampoco resultes cansino a quienes tienen mantienen otro ritmo.

No es la primera vez que lo digo pero insisto que al repetir algo se queda: el equilibrio es importante en una estrategia de contenidos. Dos consejos:

  • Hay que establecer etapas de transición entre etapas: ni corras para volver a la rutina ni te esperes a octubre para despertar. Poco a poco, introduce los temas que te interesan mezclándolos con los veraniegos y más, digamos, intrascendentes.
  • Aprovecha las épocas de menos trabajo para parar, analizar y plantearte mejoras. Nunca pierdas la oportunidad de escribir, deja artículos en borrador y guárdalos para otro momento. Que otros se relajen no implica que tú también debas hacerlo, solo dosificar esfuerzos.

Así que nosotros quizá sí volvemos al cole y está claro que los peques lo harán en unos días pero quizá no se puede aplicar a nuestros contenidos porque, ¡sorpresa!, la mayoría no se han ido de vacaciones.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 212 (1 de septiembre de 2014).

[Contenidos] No disfraces tu estrategia de contenidos

Hoy quisiera hablarte del Carnaval y de los disfraces con los que podemos (o no) enmascarar los contenidos que la empresa genera. Y es que estaba yo este sábado contemplando una rúa de Carnaval y, entre carroza y carroza, me dio por pensar en algunas cosas que, ahora tranquilamente, puedo ver que tienen relación con los contenidos y la forma en la que muchas empresas los tratan.

Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos llevado puesto un disfraz (si es que no lo llevamos aún en nuestro día a día). Sin querer psicoanalizar a nadie, puede decirse que pasamos por unas fases similares a las que pasa un autónomo/empresa y sus contenidos.

Fase infantil
Cuando somos pequeños, nuestros padres o profesores deciden por nosotros. Vamos muy graciosos con disfraces de peluche y pasamos desapercibidos entre nuestros compañeros con los clásicos hechos en clase (y en serie) con bolsas de basura.

Es cuando nos sentimos marionetas porque otros mueven nuestros hilos. Nos dejamos llevar por lo que el jefe quiere o las tendencias indican que tenemos que hacer. Nuestros contenidos no destacan, pasamos desapercibidos porque, aunque sonreímos, no entendemos bien qué hacemos vestidos de esa guisa/publicando eso.

Fase de niño
Crecemos y nos planteamos qué querríamos ser y, al menos por unas horas o días, lo logramos. Vamos de héroes, de princesas o de lo que nos haya impactado más durante el año.

Nuestros contenidos empiezan a tomar forma… pero no la que queremos, si no la que alguien nos dice que tenemos que tener. Seguimos sin darnos cuenta que otros deciden por nosotros y que nuestros contenidos no llegan a todo lo que podrían ser porque nos disfrazamos de lo que no somos. Aunque, sí es cierto, algo más de atención logramos y, desde luego, nos sentimos mejor con nosotros mismos.

Fase de adolescente
En plena adolescencia, algunos se dejan llevar por las hormonas o el alcohol para decidir cómo destacar más entre el resto de disfraces. Y lo que (parece) les vende más, es lo que se ponen. Seguro que algún jovenzuelo habéis visto así este fin de semana… se pasa vergüenza ajena, ¿verdad?

Pues con los contenidos ocurre un poco lo mismo cuando tratan de enmascarar lo que son, por ejemplo, agencias que venden lo que no saben hacer o empresas que generan contenidos que no son lo que dicen ser. También se pasa vergüenza ajena por el desprecio a la comunidad profesional. Esta edad del pavo a algunos les dura toda la vida, a otros lo justo para darse cuenta de que no es la mejor forma de utilizar los contenidos.

Fase de adulto
Ya más mayores, otras preocupaciones llenan nuestra cabeza como para tratar de ser quienes no somos realmente. Así que, por lo general, no nos disfrazamos. Vale, sí, algunas veces acabamos con antifaz o quizá los pequeños de la familia o los amigos nos empujen a, digamos, una pérdida momentánea de concentración.

Cuando la empresa lleva un tiempo generando contenidos, publicar algo que no encaja en la estrategia no tiene sentido. Tenemos ya un objetivo marcado, un camino a seguir. Y no lo vamos a desviar con contenidos fuera de lugar. Una empresa madura, distribuye contenidos de manera estratégica, pensando en su negocio.

¿En qué momento te encuentras?
Quizá estás pensando que ninguna de estas ‘fases’ tiene que ver contigo. Puedes probar mi autodiagnóstico para averiguar de qué manera tratas a los contenidos y quizá compruebes que no lo tienes tan controlado como pensabas.

Si quieres dirigir los contenidos de tu empresa hacia la fase adulta, ves pensando en hacer una estrategia antes de que sigas disfrazando tus publicaciones de lo que no eres.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 186 (3 de marzo de 2014).

[Contenidos] En qué se parecen las rebajas y la planificación de contenidos

Quizá en los días previos a las rebajas has visto algo que te gustaba pero, en lugar de comprarlo, has esperado para hacerlo ahora a mejor precio. Es algo que hace cada vez más gente por eso seguro que alguna vez te ha pasado que al ir a buscarlo ya no lo has encontrado. Es lo que pasa cuando hay demanda: si no vas los primeros días (¿horas?), olvídate, alguien se te adelantará.

Con los contenidos ocurre una cosa parecida: si no creas tú ese post, esa infografía, ese vídeo… tu compentecia lo hará por ti. Es posible que alguien lo está buscando, ¿por qué esperar a crearlo? Si hablamos de compra/consulta por parte del usuario, está claro que por el ahorro. Pero, como empresa, ¿qué pasaría si perdieses ventas porque otra empresa sí tiene lo que la gente está buscando? Posiblemente que al siguiente año planificarías mejor tu stock, léase, organizarías mejor tus contenidos.

Esto no ocurre solo con las rebajas, claro, pero es cuando más predispuestos estamos a gastar. Los carteles de descuentos nos atraen, queremos aprovecharlos. Pero también tenemos que gestionar la inversión. Las organizaciones de consumidores lo recuerdan cada año para evitar gastos innecesarios. También se puede aplicar a los contenidos.

Y es que es época de controlar lo que se gasta, de estirar el presupuesto para que dure todo el año. No inviertas de golpe la mitad de lo previsto, dosifica y reserva para lo que ha de venir. De nuevo, planifica sabiendo que los contenidos no son una campaña publicitaria preestablecida en el tiempo. Está bien cambiar la web y evidentemente será un gasto considerable pero guarda algo para actualizar tu blog cada semana.

La tercera y última cosa relacionada con las rebajas está dedicada a los que empiezan a trabajar escribiendo pero también a los que les contratan porque, si nos fijamos en algunas ofertas de empleo o páginas de empresas que ofrecen servicios, parece que los contenidos están siempre a precio de saldo.

Las estrategias de precio son respetables y válidas en algunas ocasiones pero que no sean la norma, tampoco para agencias. No se puede comparar la rebaja de una prenda de ropa de las que se han fabricado miles con el mantenimiento de un blog corporativo que es único. No se debería ni preguntar al redactor por un descuento ni aceptar ese tipo de rebajas. Dignifiquemos un poco la profesión.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 178 (7 de enero de 2014).

[Contenidos] Un museo y tu web, ¿se parecen?

Hoy quisiera hablarte de los museos. Este fin de semana largo que he estado de vacaciones he visitado algunos y, como ya hice al hablar de parques de atracciones, se pueden sacar similitudes con los contenidos que cualquier empresa.

No es que vaya a comparar las obras de arte con los productos o servicios que puedas ofrecer. Está claro que éstos han de ser los mejores que podamos hacer para que fuesen dignos de ‘estar en un museo’, como diría el joven Indiana Jones. Tampoco me estoy refiriendo al catálogo que comercializan en sus tiendas, ni cómo tienen organizadas sus páginas web, ni en el origen del término content curator.

Me resulta más interesante algo que dan en las taquillas junto con la entrada y que algunos guardamos de recuerdo: los trípticos (algunas veces simples fotocopias de una página de texto) que funcionan como guía de la visita.

Las hay de diferentes tipos, igual que hay diferentes tipos de contenidos para cada empresa. Algunas necesitarán un plano del edificio porque tiene diferentes plantas, cada una para un siglo o artista, y hasta pueden sugerir rutas para no perderse nada. Ocurre igual con los mapas web y menús de navegación que las empresas con muchas secciones incluyen en sus páginas corporativas.

Hay guías que incluyen imágenes de sus obras más importantes (de ahí que funcionen como souvenir, aunque sean fotos pequeñas). Lo mismo hacen cada vez más páginas web al destacar con cabeceras rotativas lo que el visitante/usuario no puede perderse/debe ver primero. Los destacados deben llamar suficiente la atención como para justificar el viaje hasta el museo, es decir, la visita por la web.

Y es en esas salas importantes, como precisamente comentaban en Duplex hace poco, donde se concentra el mayor número de visitantes. Algunos habrán ido allí solo para eso, igual que mucha gente accede a una web solo a una página concreta. Fíjate que las obras de este tipo son también las más protegidas. Quizá tengas seguimiento de analítica, igual que hay cámaras de seguridad o detectores de movimiento y de temperatura. Pero, ¿tienes igual de controlados los contenidos de tu producto estrella? ¿Revisas su funcionamiento? Piensa en los usuarios y no en ti.

En algunas guías también se incluyen información de cómo deben comportarse los visitantes en el museo: no hacer fotos es la más habitual (lo de no comer es ya algo que todo el mundo sabe). Y no importa que se peguen carteles recordatorio en cada sala, incluso delante de cada obra. Luego habrá de todo: quien lo respetará y no lo hará, quien ni se dará cuenta y lo hará descaradamente ganándose (o no) una reprimenda y quien sabe que no puede pero intentará hacerlo igualmente.

¿Cuánta gente has visto que compre el ticket que permite hacerlas (siempre sin flash, claro) y cuántos tratar de hacerlas sin la pegatina que los acredita? El ser humano es impredecible (más aún cuando va cargado con móviles para inmortalizar se viaje). Así que por mucho que pongamos “haz click aquí”, el usuario lo hará donde quiera. Aunque le digamos “somos líderes”, el usuario querrá que otra persona se lo confirme. Da igual que en la web se destaque “no hay precio mejor”, el usuario querrá comprobar que es verdad.

Sí, en estas cosas pensaba yo en lugar de mirar las obras que tenía delante. Y este es el último aprendizaje: el usuario no siempre tendrá la cabeza en tus contenidos. Puede ser que piense en el avión que ha de coger, digo, en lo que ha venido a buscar y no ha encontrado. Pónselo fácil, no creas que con exponer tu catálogo lo tienes todo ganado. ¡Los contenidos hay que cuidarlos como algo precioso!

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 175 (16 de diciembre de 2013).

[Contenidos] Qué se puede aprender de los videoclips musicales

Hoy quisiera hablarte de música, más concretamente de videoclips musicales y cómo éstos se parecen a los mensajes que algunas marcas comunican. Y es que las empresas son como un artista o grupo: usan historias para llegar a su audiencia. Por un lado, las empresas tienen productos o servicios que vender comercializados bajo una marca comercial; por otro, los cantantes venden sus canciones en todos los formatos posibles (CD, concierto, Spotify, YouTube…) bajo el sello de una discografía aunque lo que realmente vende es su nombre.

Como cualquier otro tipo de marca, ambos lados de este cuadrilátero imaginario utilizan las redes sociales, publicidad, patrocionio… cualquier tipo de contenido, todo lo necesario para poder sacar el mayor rendimiento a esa marca personal o comercial. La diferencia con la gran mayoría de empresas es que las canciones son tanto producto como contenido así que pueden analizarse igual que se haría con cualquier mensaje corporativo que pudiera publicar cualquier marca comercial.

Es interesante ver cómo esa letra se convierte en un videoclip para explicar, efectivamente, una historia audiovisual porque las empresas también cuentas historias con sus contenidos. Así que recurro al Rey del Pop para comparar la forma en que algunas marcas utilizan los contenidos: ves conectando los altavoces porque sus canciones serán la BSO de esta newsletter.

Si se habla de Michael Jackson, es lógico hablar de “Thriller”, un hito de la historia de la música que seguro has visto. Pues bien, míralo como ejemplo de contar una historia: videoclips de este estilo empiezan, mezclan y acaban sin música. Además, el cantante canta interpretando lo que explica la letra. Los mejores videoclips de Michael Jackson cuentan una historia de forma más o menos extensa y explícita: “Bad”, “Smooth Criminal”, “Remember the time”, incluso “You rock my world”.

Aplicado a las empresas, son las que encuentran su historia, su diferenciación, y son capaces de explicarla en todo lo que hacen porque se la creen y la ven como algo propio que deben cuidar y comunicar. No son fáciles de encontrar pero, después de haberlo hecho, cuesta separarse de ellas.

Por un lado, tenemos videoclips como el de “They don’t really care about us” o de “You are not alone” que son buenos ejemplos de hablar de uno mismo: videoclips de este tipo tienen un momento o varios de lucimiento del intérprete en los que típicamente éstos cantan mirando a cámara como si contasen algo a la audiencia directamente. Mezclan, alguna vez, referencias a la historia pero es secundaria. Por otro, esta forma puede llevarse al extremo con la autopromoción: un concierto es el ejemplo clásico. Para el Rey del Pop, serían ejemplos “Dirty Diana” o “Give it to me”, aunque no tiene por qué ser una grabación en directo puede ser falseada y sacar a gente disfrutando en una sesión más controlada.

¿Y la empresa? Pues suelen ser contenidos pensados para lucimiento de la empresa, léanse notas de prensa publicados en blogs corporativos, enlaces en redes sociales que siempre van a la web oficial, fotografías de productos…  Las empresas que se lo creen demasiado tienden a ver el autobombo como la forma prioritaria, sino única, de crear contenidos.

El equilibrio, como siempre, es la mejor opción. “Thriller”, en realidad, mezcla ambas opciones. Quizá por eso una no se cansa de verlo como tampoco se cansa de consumir contenidos corporativos que hablen de otra cosa que no sea el ego de una empresa. La próxima vez que veas un videoclip o tengas que crear contenido de ese tipo, piensa cómo quieres que te recuerden los que leen.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 163 (23 de septiembre de 2013).

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