[TV] La televisión en 1948

Con el titular «Otra fuerza arrolladora: la televisión» se publicaba el 11 de junio de 1948 en «La Vanguardia» un artículo sobre la televisión convertida «en un hecho atropellante». Un corresponsal en Nueva York explicaba cómo las primeras televisiones llegaban a los hogares: cómo eran los aparatos, cómo funcionaban, qué precio tenían y hasta cómo veía a los presentadores.

El «cronista interino en el extranjero» que lo firma empieza comparando «la velocidad a la que se impone» la televisión con la de los «artefactos modernos», como el aeroplano o la radio, y la califica de «revolución para las comunicaciones» como lo fue el Ford T para el transporte.

Pero los halagos no duran más de un párrafo porque acto seguido escribe «la televisión, a pesar de todos sus defectos, irregularidades, misterios y problemas técnicos, se ha desarrollado y extendido más de lo que sus propios propulsores esperaban, deseaban y ansiaban».

Llama «locos» a los 10.000 norteamericanos que compraron un receptor «con fines más bien experimentales que prácticos» entre 1938 y finales de 1947. Entre locos y derrochadores parece calificar a los 310.000 receptores que en los primeros meses del 48 compraron un televisor «a pesar de su precio todavía prohibitivo». Y atención a la predicción, estando en junio, que se hace para finales de año: 65 estaciones en 42 Estados, 1 millón de receptores y una audiencia de 66 millones «de almas». ¿Será porque los telespectadores de la época la podían perder si caían en la tentación?

Este boom de la televisión pilló por sorpresa, no sólo la cronista, también «a cuantos tienen que intervenir en su realización». Con un «existe la técnica de transmitir, pero está en pañales aún el arte de televisar» niega que un «locutor de radio» o un «artista de cine» puedan hacer carrera en la tele y parece decantarse por el «actor de teatro». Curiosamente, ahora los tres medios (cuatro si sumamos a periodistas) se mezclan sin ningún problema aparente.

La crítica a programas no se hace esperar, los califica de «bastante opacos y únicamente aceptables cuando transmiten escenas cuyos actores actúan completamente ajenos al hecho de que están siendo televisados». No me imagino qué tipo de medición debían usar, pero afirma que el mayor éxito de la tele son los deportes, «las películas y noticiaros cinematográficos, razón por la cual hasta ahora Hollywood ha opuesto contra la televisión el más encarnizado boicot.» Parece que la audiencia sigue con los mismo gustos, aunque aquí deporte se refiere a combates de boxeo, y que la industria del cine ha aprendido a convivir con la tele (y con el DVD e Internet).

En cuanto a los televisores de la época, los define como «aparatos peligrosos y delicados». Los riesgos de una mala manipulación son «electrocución» y «explosión», con el consecuente «cristal convertido en metralla». Quien sobrevívía a encenderlo tenía que manejar los seis mandos: contraste, brillo, volumen, sintonía, posición horizontal y posición vertical. Qué lejos queda la «Carta de Ajuste»…

La señal de televisión tampoco es cosa de broma ya que «es víctima de todas las interferencias» y «rebota contra un obstáculo como una bola de billar». Si le hubiese tocado hacer un artículo sobre las antenas de móvil, igual consigue que todos dejemos de hablar por teléfono. Parece que te vaya a atravesar un láser en «el consultorio de un dentista».

Aunque después de leer el artículo quién se querría comprar un televisor, para acabar un poco de publicidad: la marca Pilot iba a sacar el receptor más barato por 100 dólores de la época con una pantalla de 6×8 cm; el más caro es de Dumont a 2.500 dólares; y la «famosa marca de onda extracorta» Hallicrafter ofrece uno de 20 lámparas por 170.

Esta joya de la historia de la televisión la he encontrado en la exposición «La pols dels dies» que conmemora los 125 años de «La Vanguardia» en el CCCB. Sólo por haber encontrado este artículo ya ha merecido la pena ir.

Aunque también estuvo bien poder ver la primera parrilla de televisión que se publicó en este diario. Fue el 17 de diciembre de 1959 y apenas ocupaba unas líneas de una columna. La «Carta de ajuste» empezaba cerca de las 14h, duraba 4 minutos y se repetía cuatro o cinco veces durante el día porque la emisión se cortaba otras tantas veces. Así que quizá la emisión total duraría 5 o 6 horas porque antes de las 00h se daba el «Cierre».

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3 comentarios en «[TV] La televisión en 1948»

  1. Excelente visión la que tuvo este cronista, ni Rappel en sus mejores tiempos.

    Desde luego, es un invento maligno, tanto que hoy casi casi no podriamos vivir sin él.

    Otro asunto diferente es la calidad y cualidad de las parrillas, pero estoy convencido de que tenemos la TV que nos merecemos o demandamos. Poderoso caballero es D. Dinero y los programas se hacen para que veamos los spots que hay antes, durante y despues de los programas.

    O no??

    Saludos

  2. Carlos,
    por supuesto y lamentablemente, hoy en día los anuncios son los verdaderos programas de tele.
    La única buena noticia posible es que, al menos, hay algunos mejores que muchos programas.
    Saludos,

  3. De acuerdo.

    A veces un mal programa te permite ver un interesante anucio o historia contada en 20 segundos.

    Saludos

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